AUSENCIAS INCOHERENTES
Estuve en la izada de la bandera española el viernes en la
Plaza Peral. Son eventos a los que uno puede acudir gustosamente cuando es
español, se siente como tal y carece de problemas de identidad. En el acto,
como viene siendo costumbre, había representación de PSOE, PP y Ciudadanos, además
del concejal no adscrito Carlos Coronado; no fueron los ediles de IU y Levantemos,
demostrando la esquizofrenia que sufre la extrema izquierda ante la insignia
nacional.
IU El Puerto ha emitido un comunicado en el que argumenta su
inasistencia en el rechazo a la fecha, que para ellos conmemora “un proceso de
violenta imposición” de España a Latinoamérica. Pero lo cierto es que el año
dispone de otros 364 días, 365 si es bisiesto, para mostrar algún tipo de afecto
a la bandera, actitud que ni en IU ni en Podemos, su formación aliada y, al
tiempo, fagocitadora, se vislumbra. Incluso en sus sedes suele ondear la de la
Segunda República, en lugar de la constitucional, que es la correspondiente.
Sostengo la teoría de que a la extrema izquierda no le agrada
la bandera definida en la Constitución porque representa a una nación que les
ha rechazado para regirla en las 13 elecciones generales celebradas desde la
reinstauración de las libertades. Incluso ahora la influencia de sus diputados se
debe a una moción de censura que dio el gobierno a la segunda lista más votada,
el PSOE, con 52 actas menos que la primera, el PP, y que requirió los decisivos
votos de partidos independentistas, hecho de extraordinaria gravedad que no se
debe normalizar.
Es la misma extrema izquierda que mira con recelo a nuestro
ejército democrático y con admiración al cubano o venezolano, ofrendados a
sojuzgar a sus pueblos. Otro ejemplo de esquizofrenia es la atracción que IU y
Podemos profesan hacia todo separatismo, por muy de derechas que resulte.
Bien podría Pablo Iglesias tener en estima a la bandera que
representa al país cuyos ciudadanos le pagan y también a la Guardia Civil,
aunque solo sea porque algunos de sus miembros vigilan su chalet de casta de
Galapagar. Y porque los miembros de la Benemérita son bastante más obreros que
él.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
14 de octubre de 2018
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