domingo, 18 de junio de 2017

SECTARISMO FUERA DE LUGAR


La donación de 320 millones de euros realizada por el empresario Amancio Ortega para la renovación de equipos de diagnóstico y tratamiento del cáncer ha sido rechazada por algunas entidades, que argumentan, entre otros aspectos, la conveniencia de implantar una fiscalidad progresiva que distribuya recursos priorizando la sanidad pública.

Residimos en un país que algunos hacen tan extremo que hay quien piensa que aceptar y agradecer una ayuda privada necesaria, destinada a salvar la vida de muchas personas, resulta incompatible con defender un sistema público de salud.

Tina Fuertes, una portuense aquejada de cáncer, ha hecho viral un vídeo en el que expresa razonamientos tan sensatos como que los enfermos luchan contra el tiempo o que la acción solidaria de Amancio Ortega lleva la esperanza a quienes sufren estas patologías. Fuertes, que ha emprendido una recogida de firmas en change.org para aplaudir la postura del magnate, se manifiesta “totalmente a favor de la sanidad pública” y solicita a los críticos con la citada entrega dineraria que dejen que auxilien a los pacientes. Hay una frase que resume a la perfección una de las nociones que quiero trasladar en esta columna: “La ideología tiene que estar por debajo de la vida”. Resulta tan sencillo que sorprende que algunos, en su desaforado sectarismo, no se hayan dado cuenta.

El debate sobre la fiscalidad de las grandes fortunas siempre está abierto, más aún en tiempos de crisis como los actuales (seguimos bajo los efectos de una severa crisis aunque el Gobierno lo niegue) pero no es el único al caso. También resulta legítimo inaugurar otros, como el tipo de actividad empresarial que existiría a partir de ciertas tributaciones, qué cantidades, en la medida de sus circunstancias, destinan para luchar contra el cáncer quienes se oponen a la donación de Ortega, qué derechos se atribuyen para pontificar sobre el evidente riesgo que atraviesan las existencias ajenas o cuál sería su actitud si les ofrecieran el empleo de uno de los instrumentos regalados por el empresario en el caso de encontrarse ellos mismos directamente concernidos.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
18 de Junio de 2017


martes, 6 de junio de 2017

ACERCARSE A LA HISTORIA


Las concejalías de Turismo, Cultura y Patrimonio Histórico han puesto en marcha el proyecto de identificación de edificios emblemáticos de la ciudad, una iniciativa necesaria no sólo para los visitantes, como se pudiera, inercialmente, pensar, sino también para los propios portuenses, toda vez que el conocimiento del entorno no se adquiere de manera automática por motivos de nacimiento o residencia (a veces, y es paradoja, dichas circunstancias se transforman en hándicap, derivado de la procrastinación).

La empresa local “Cuatro Paredes” ha elaborado una primera fase de veinte carteles informativos que ya pueden contemplarse en otras tantas localizaciones y que aportan su pequeña colaboración para que esa extendida y justa impresión de que El Puerto “no se vende fuera” termine siendo un anacronismo. Conocer el patrimonio aumenta el amor por él y sirve para contextualizar nuestros escenarios cotidianos, de modo que hay que aplaudir la idea, cuyos resultados el ejecutivo quiere ampliar en las próximas fechas.

La conservación de los inmuebles, esa parte que el ayer nos lega, es uno de los grandes retos, normalmente irresueltos, de los equipos de gobierno de muchas localidades, pues esta partida requeriría un elevadísimo montante, de varios millones de euros anuales, y ese es un empeño imposible de acometer, máxime en estos tiempos, donde las arcas han de atender otros muchos conceptos, entre los que se encuentran situaciones urgentes de necesidad. Por eso resulta oportuno emprender actuaciones como esta, financieramente asequibles, así como aumentar el horario de apertura de las instalaciones puestas en valor (los turistas se quejan de toparse con las puertas cerradas más de una ocasión), y reclamar a administraciones superiores el necesario auxilio para el mantenimiento de una parte de nuestra cultura, cuyo atractivo se une en estos pagos al del litoral.


Toca esperar también que los vándalos no actúen sobre esta señalética, pues somos un enclave especialmente castigado por tales daños, que punitivamente acostumbran a salirle gratis a los graciosos en el marco de una normativa que no ataja este tipo de incivismos.  

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Junio de 2017