viernes, 31 de julio de 2015

REFLEXIÓN NATURAL


En la playa de Las Redes, observando el sol esconderse, poco a poco, en la cueva del horizonte, entregándose con esa cadencia perfecta con la que sólo se administran los crepúsculos, uno acaba confeccionando una dimensión distinta de los ámbitos del mundo.

Todo parece quedar atrás, a la espalda, ajeno, mientras el cielo se demora en su sinfonía de colores, hasta que los rosados y los malvas ceden en la batalla, la noche despliega su telón de estrellas y el mar parece disponerse a una suerte de sueño, de calmosa tregua, que el firmamento contempla.

Acostumbrados a la vorágine cotidiana, presos de multitud de pequeños acontecimientos que nos invaden la atención de continuo, entre los que se encuentra la considerable carga de estrés que aportan objetos tan presuntamente inocuos como un teléfono móvil, el ser humano va perdiendo la práctica de observar, de realizar algo tan sencillo como detenerse y comprobar los detalles que se nos ofrecen alrededor, de seguir tranquila y minuciosamente el proceso de algo.

Las espumas extendiéndose sobre la orilla pudieran emplear un lenguaje que uno consiga descifrar si le dedica el tiempo suficiente a demorarse en ese último navegar de las aguas sobre la arena. El modo en que los barcos se acunan en el caprichoso dictado de la marea, bajo una luna satisfecha en su blancura, sostenida en su milenaria quietud, ocultas ya las gaviotas, debe también guardar un mensaje para cuyo escrutinio resulta necesario empeñarse.

La naturaleza posee su propia magia: si uno se ensimisma en su espectáculo cree encontrarse de alguna manera consigo, resultar inmune a cualquier daño, adquirir una percepción más elevada, incluso trascendente, sin necesidad de separar los pies de la tierra, por pertenecer, de hecho, a ella.

El indeciso discurrir del alba, el furor azul del mediodía o un anochecer como los que se desvelan desde cualquier playa de la ciudad, encierran su poesía particular; no requieren de palabras, de elucubraciones más o menos espontáneas: sólo de una mirada que teje sus versos al ritmo de la luz, su rima en la sucesión de tonalidades, y que ejercita su pincel en el asombro.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
2 de Agosto de 2015


domingo, 19 de julio de 2015

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE


Un mantenimiento más prolongado del habitual de unas temperaturas algo más altas también que de costumbre ha provocado multitud de reacciones en medios de comunicación y redes sociales alertando de un hecho singular: este verano vuelve a hacer calor. Hay incluso quienes, llegando más allá, vaticinan que, una vez finalizado el estío, acaecerá un otoño prólogo de un invierno en el que retornarán los fríos (en El Puerto humedad, variante etiológicamente compleja sobre la que ha de pronunciarse la Organización Meteorológica Mundial).

Reconozco que siempre me ha sorprendido esa pasión, ese seguimiento minucioso, que tantas y tantas personas realizan sobre algo en definitiva tan cíclico como la meteorología. Algunas, en alarde de memoria, sin acudir a la estadística, son capaces de aclararte si en julio de este año hizo mayor o menor bochorno que en el mismo periodo de los cinco o diez años anteriores o cuál fue el diciembre más lluvioso de los cuarenta que llevan pagando impuestos sobre el planeta.

Hace unas décadas los hombres del tiempo, que aparecían al lado de una A o una B asediada por enormes círculos concéntricos (a nadie se le había ocurrido que resultaba mucho más descriptiva una imagen de lluvia o de solecito sobre la localización correspondiente), pronosticaban el estado de los cielos durante los tres próximos días, hablando del último un tanto de tapadillo, casi como por compromiso y manifestadas las prevenciones legales correspondientes. Los espectadores les observaban con cierto escepticismo, otorgándoles una atención más espoleada por el hábito cortés que por la estricta fe científica, citándose a veces la variante sádica que esperaba la comprobación de un hipotético error.

Últimamente los meteorólogos le meten mano, sin pudor alguno, a toda una semana, los más valientes se adentran en el mes completo y el más intrépido pronostica los grados centígrados que adornarán el día del juicio final por la tarde, incluida mención a hipotéticas brisas.


La adicción a la meteorología presenta como efecto secundario menor el tedio de no pocos oyentes y como variantes oriundas más graves el daagüismo y el dalevantismo, aunque aquí sea oportuno reseñar que nos adentramos ya en un ámbito patológico. 

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
19 de Julio de 2015

domingo, 5 de julio de 2015

EL LABERINTO ANDALUCISTA


La decisión del único concejal andalucista, Carlos Coronado, de renunciar a su militancia en el PA, integrándose en la Corporación como concejal no adscrito, abre una crisis de consecuencias imprevisibles para la formación de Antonio Jesús Ruiz, un secretario general que asiste a la irónica circunstancia de que, precisamente en su lugar de nacimiento y residencia, el PA se queda sin voz en el salón de plenos mientras anuncian su marcha algunos de los primeros puestos de la lista presentada a las municipales.

El PA parece un partido condenado al fatalismo, de modo que hasta aquellos tiempos de pugna fratricida entre Pacheco y Rojas Marcos lucen mejores que los actuales (al menos entonces desplegaban fuerza electoral, se hacían con alcaldías significativas y poseían parlamentarios en Andalucía, Madrid y hasta Europa). Reducidos después a Cádiz y Sevilla, confinados en los últimos años a un menguante predio gaditano, el PA ha visto incluso cómo los denominados “partidos emergentes” (UPyD primero y luego Podemos y Ciudadanos) casi les borraban del mapa. Sólo la capacidad personal de algunos cargos municipales permite cierta visibilidad al PA, favorecido en la Diputación de Cádiz por las matemáticas.

La historia va demostrando que Antonio Jesús Ruiz ha sido capaz de lo mejor y de lo peor en el andalucismo portuense. Consiguió llevarlo en 2011 hasta los cuatro ediles y lo mantuvo entre 2007 y 2015 en el poder como socio de gobierno, pero continuados errores han terminado por condenar al PA a la casi marginalidad. Para colmo, y como la suerte a veces se revela esquiva, la única acta cosechada por su antaño apadrinado político no sirvió esta vez para sumar número gubernamental, factor que explica la tormenta ocasionada y la ruptura de relaciones entre el ya locuaz Coronado y el ahora silente Ruiz.


El golpe al PA en El Puerto se antoja de los que duran varios años, más incluso que un mandato (eso sin contar el futuro incierto de la marca). En la otra parte, Coronado se enfrenta a un tiempo incierto, pues son muchos los portuenses que, sin culparle del fracaso electoral del PA, observan con mirada escéptica cuando no directamente crítica su atrincheramiento corporativo, adobado por decisiones difícilmente explicables como el repentino cambio de postura sobre la zona naranja.   

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
5 de Julio de 2015