domingo, 19 de agosto de 2012

NUEVA PERSPECTIVA


La inauguración de la pasarela peatonal sobre el río Guadalete es una de las pocas buenas noticias que hemos saboreado últimamente, en unos días que, en contra de la tónica nacional, también nos han dejado satisfacciones como la reapertura del Hotel Monasterio o la visita del Rey, empuje publicitario para una ciudad que ha ido despojándose de ese glamour monárquico tan turísticamente rentable.

La pasarela es ahora más estimada como una posibilidad de observar el río desde una nueva perspectiva, en la altura y mitad de su cauce, que como un modo de cruzar cómodamente de una a otra orilla, pero, con el tiempo, esta segunda utilidad se impondrá sobre la de la contemplación paisajística y la infraestructura se despojará de parte de su lirismo para consagrarse a la función diseñada por los ingenieros.

El alcalde, Enrique Moresco, lucía el martes una alegría poco común en él (no son muchas las placas con su nombre tras cinco años ya como primer edil), regocijo justificado, en mi opinión, pese a las críticas que tildan el puente de caro o prescindible, cuando no de maquinación para aumentar los ingresos en concepto de aparcamientos.

Muchas veces he venido a escribir que El Puerto es una ciudad con tendencia a la autodestrucción: se puede especular sobre si la cantidad destinada a la infraestructura se hubiese podido emplear en otro fin, al igual que se puede mantener el debate hasta el infinito y no emprender jamás acción de gobierno alguna.

Lo que sí me ha parecido un error es la organización de un concierto de pago como festejo por la nueva dotación. No me alineo entre los defensores del todo gratis, pero entiendo que lo que correspondía en este caso, al tratarse de un equipamiento público, era una convocatoria abierta a la participación general sin tener que someterse a una entrega eurística. Por alguna extraña razón, tan autóctona como consuetudinaria, y en contra de lo que se practica, con multitudinario éxito, en localidades cercanas, el Ayuntamiento peca de falta de generosidad a la hora de afrontar, siquiera en reseñadas ocasiones, iniciativas musicales que no impliquen el previo estipendio de la feligresía.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
19 de Agosto de 2012

viernes, 3 de agosto de 2012

EN RECUERDO DE MARUJA

He sentido la muerte de Maruja Romero, viuda del poeta José Luis Tejada. No llegué a conocer personalmente a su marido (falleció en 1988 y yo arribé a El Puerto tres años después) pero sí tuve la oportunidad de conversar, en varias ocasiones, con su esposa.

Durante algún tiempo me acerqué hasta su casa, anexa al Palacio de Araníbar, en la Plaza del Castillo de San Marcos, para llevarle las copias que solicitó a Telepuerto de todo lo que guardáramos sobre José Luis Tejada. La inauguración del Paseo que lleva su nombre, en las inmediaciones de la playa de la Puntilla, o los simposios que hace años se organizaban en torno a la obra del escritor, fueron vídeos que acogió con alegría y gratitud infinitas, insistente siempre en que le procurásemos todo nuestro almacén al efecto bajo un previo pago que nosotros siempre declinamos.

Hacía algún tiempo que no la veía. Como suele ocurrir en estos casos, cuando alguien se marcha, la memoria va devolviendo diversos momentos, y entre ellos asoma su asistencia a la presentación de mi primer libro, “Meditación de tu nombre”, en aquella, tan encendida para mí, noche de noviembre. He retornado a la biblioteca para tomar entre mis manos un libro que ella me regaló en una de mis visitas a la casa: “Poemía”, recopilación de la obra de Tejada que el Servicio de Publicaciones de la UCA editó en 1985.

Ahora que Maruja anda ya con José Luis por ese territorio distinto al único que nosotros conocemos, me emociona recordar la devoción que su viuda mantuvo durante casi un cuarto de siglo, venciendo siempre a la ausencia. Él era consciente de cuánto debía a su esposa. “Reconoce su deuda para con la amada” supone un vibrante soneto que termina señalando: “Soy tan de ti, me siento tan contigo/ entrampado de amor hasta los huesos/ que por ver de pagar me he puesto en venta./ Pregono el verso y vendo cuanto digo./ Abierta está la caja de mis besos/ y no me quieres tú pasar la cuenta”.

Ojalá que el tiempo permita la realización de uno de los sueños que Maruja dejó aquí pendiente: la edición de las “Obras Completas” de su marido, una ilusión por la que me consta luchó con fuerza.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
5 de Agosto de 2012