domingo, 28 de agosto de 2016

DEDICATORIAS Y MISSES


Desde el pasado miércoles y hasta el 1 de septiembre se puede votar en la web del Consistorio sobre la ciudad de la provincia que el interesado elige como destinataria de la dedicación de la Feria de Primavera. Se cumple así una de las máximas de la política, la que establece que los gobiernos acostumbran a organizar consultas populares de carácter vinculante en asuntos menores sobre los que no saben muy bien cómo actuar y cuyas características se prestan al debate de barra de bar y a la polémica feisbuquera.

Las dedicatorias feriales son una buena ocasión para promocionar la localidad, pero lo cierto es que, por lo general, no se acaba cumpliendo el objetivo y encima se recibe algún que otro desaire. Tendiendo el catavino atrás, se recuerda cómo honró el albero el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, en lo que acabaría suponiendo el top mediático institucional, pero, posteriormente, con loables excepciones, se nos coló una legión de subsecretarios ociosos más duchos en la confección de una instancia que en el izado de una bandera.

Lo que se avecina aumenta el rasgo doméstico y disminuye el efectivo y glamuroso, sin perder por ello respetabilidad: cosas de las dietas por kilometraje. Y es que a la Feria no se le ha terminado el país, que todavía nos queda, sino el presupuesto. Quien venga, que sea bienvenido, pero siempre que se eviten menosprecios, que aquí en El Puerto hay mucha categoría: si no concurre una verdadera razón que justifique la ausencia del primer edil del territorio dedicado, procede que dicho mandatario se meta al concejal de Fiestas en la caseta orgánica que le quepa.


La posibilidad de que la Feria vuelva a ser prologada por el concurso de Miss Flamenca se encuentra en estudio. En este punto detallo que, tras concluir la rueda de prensa en la que el alcalde, David de la Encina, explicaba su decisión de dar por finiquitado el tripartito, se me acercó diciéndome “Vuelve Miss Flamenca”, en uno de los gestos de humor más refinado que recuerdo en casi 25 años de periodismo portuense (se cumplen el mes que viene). Siempre me ha parecido que los argumentos para la eliminación del certamen resultaron harto exagerados.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
28 de Agosto de 2016 

domingo, 14 de agosto de 2016

TURISMO SOMOS TODOS


Tras varios años de pesimismo hotelero existencial, parece que las buenas noticias vienen a saludar a un sector que cuenta en la ciudad con suficientes atractivos como para que su estado natural sea el de generar esperanza. Uno de los grandes, e inexplicables, déficits, la casi inexistencia de establecimientos en primera, o siquiera segunda, línea de playa va camino de corregirse.

Un grupo inversor quiere construir dos establecimientos en Las Redes (un hotel convencional y un apartahotel) y uno más en Bahía Blanca, zona  conocida referencialmente como aquella en que se encuentra la Casa de los Jesuitas. Por otra parte, si las negociaciones con Autoridad Portuaria prosperan, y en principio prosperarán porque dicho organismo suele funcionar con sentido común, algunas estrellas se incorporarán al cielo de La Puntilla.

El proyecto más cercano a su materialización se antoja el de Las Redes. Hay que confiar en que supere también los requisitos medioambientales. El alcalde comenta que sus características se mueven en esa línea, respetando pulcramente cuestiones como la altura o la distancia a la costa, por lo que toca confiar en que los hipotéticos trabajos de construcción, y su resultado final, no alteren la siesta de los camaleones, el cortejo previo al apareamiento de los coleópteros o la parábola de vuelo de las gaviotas adolescentes, de forma que la ciudad no paralice su progreso, beneficiándose, como es lo lógico, de lo pródiga que ha sido la naturaleza con ella, y generando muy necesarios puestos de trabajo.

El Puerto debe creerse algunos postulados, entre ellos los más obvios, como su potencial turístico: el portuense, por egoísmo y/o por solidaridad, ha de concienciarse de que el Turismo, al igual que Hacienda, somos todos. Si se hacen bien las cosas, y se corrigen algunas deficiencias (unas llevan algo más de tiempo, caso de las infraestructurales, otras bastante menos, como una agenda de ocio que nunca se canse de ampliar propuestas), la ciudad no tiene nada que envidiar a poblaciones del entorno que en los últimos años han avanzado notablemente, espoleando el congénito sentimiento de inferioridad de algunos paisanos.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
14 de Agosto de 2016


TÓPICOS VERANIEGOS


Uno de los tópicos más extraños de los variados que genera el verano es el relativo a la prontísima finalización con que lo despachan los pusilánimes de siempre. Te encuentras en los últimos días de Julio, con la panorámica de todo un mes de Agosto por delante (el preferido para sus vacaciones por los que mandan, el pico máximo de tarifa hotelera) y de una veintena de jornadas de Septiembre y, en la cola del banco, del autobús o del puesto de pescados, salta la alegría de la huerta: “Cuando menos mires, se acaba el verano”. Esta versión suavizada presenta otra sin intermediaciones, plena de rotundidad: “Ya se acabó el verano”, proclamada, por ejemplo, el día de la Virgen del Carmen, para estrechar aún más el cerco y no permitir concesiones. Normalmente, no falta el melancólico que redondea la sentencia: “Si te das cuenta, los días se van acortando”, concepto que también incluye su versión dura (“Ya anochece antes”).

Otro de los lugares comunes tiene que ver con la meteorología, probablemente el ámbito del conocimiento humano más azuzado por las reiteraciones. Cuando yo era pequeño, hace cuarenta años, también hacía calor. Pero hacía calor sin ola. En la actualidad, todos los rigores del termómetro vienen en ola, no hay forma de que se presenten de otra manera. La cuestión no resulta menor, pues un calor oleado se resuelve  sicológicamente más impío que el caído a cuerpo gentil. Los viandantes incluso preguntan a otros viandantes (¿es una ola?) pues, si no se encuentran ante este fenómeno, son presa del desconcierto (¿un día de sofocante calor, sin ola de tal?).


Con todo, la más dañina de las trivialidades que atenazan al verano tiene que ver con su frivolización. El estío asoma como una excusa que permite postergar no ya la solución de los problemas, sino su simple acometimiento. La costumbre es tal que nadie parece protestar por ella y se ha extendido, paradojas del destino calórico, hasta la formación del propio gobierno nacional. Mariano Rajoy viene argumentando por qué no se puede formar ejecutivo en agosto en lugar de componerlo en septiembre. Ya los tópicos no respetan ni a todo un presidente. Será porque está en funciones.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
30 de Julio de 2016