domingo, 29 de enero de 2017

EL EMBLEMA DE MILORD


El pub Milord cumple 40 años y lo hace con orgullo y sencillez al tiempo, que es como corresponde afrontar estas cosas cuando uno ya dispone de edad y posición. Su actual propietario, Juan Franco, sigue al frente de un negocio que compartió muchos años con Antonio Márquez y con Antonio Villar, con quienes mantiene la amistad, algo no siempre fácil en cualquier empresa, menos aún en una tan sacrificada y proclive a las horas sin cuento y a todo tipo de imprevistos como la de la hostelería.

En el Milord, una de esas firmas emblemáticas en su gremio, ganadora de un espacio en su esquina de la historia, en la confluencia de Larga con Santo Domingo, donde suele verse encendido un faro que señaliza una tierra promisoria que nunca defrauda, las horas parecen transcurrir de otro modo, con una leve solera, impregnadas de agradables reminiscencias.

Llevo 26 años como cliente. El primer día en que arribé a El Puerto para empezar mi cometido laboral en lo que entonces era Radio Minuto, dispuesto a pasar un año en la ciudad y luego ya veríamos, entré allí, enfrente como se situaba del hostal que me acogería varios meses, y desde entonces lo visito con cierta asiduidad. Me gusta acercarme cuando no tengo mucha prisa, pues adentrarse en el Milord con urgencias se me antoja algo irreverente, una desconsideración para con mi amistad con Juan, con el entorno que generan los parroquianos y con el escenario que nos envuelve, una decoración que se te acaba haciendo familiar, de una complicidad proclive a la escucha y hasta quién sabe si a sugerirte algo, a aconsejarte en la medida de lo posible.

Suele ser expresión común para demostrar que alguien nos inspira confianza decir que le compraríamos un coche usado. A Juan Franco se le podría adquirir el concesionario entero nada más entrar por la puerta. Espero que los años que le restan hasta una jubilación que se merece como pocos le premien su afán de perfeccionismo, su concepto de servicio y su amor por el lugar donde reside, confío en que el futuro le sea, como el presente, un cóctel dulce y agradecido, que es lo que le piden a la vida las personas de buena voluntad y lo que, en ley, les corresponde.


Francisco Lambea
Diario de Cádiz
29 de Enero de 2017

domingo, 15 de enero de 2017

EN EL ALBA DE OTRO AÑO


2017 comienza con varios retos para el bipartito. Se me antoja que el primero debiera ser el de ver con realismo su situación minoritaria y canalizar adecuadamente las relaciones con la oposición, de modo que los plenos no se transformen en una ruleta rusa política en la que la aprobación o rechazo de los puntos dependa de factores tan diversos como bodas, sesiones en la Carrera de San Jerónimo, adioses pendientes de suplencia o indisposiciones repentinas, de modo que el recuento duplicado de las manos alzadas deviene en thriller. PSOE e IU requieren un enlace con PP, Levantemos, Ciudadanos y el concejal no adscrito (en la práctica normalmente adscrito a los populares) Carlos Coronado.

Otro desafío consiste en cerrar ya la crisis provocada por la dimisión de Silvia Valera. El periodo transcurrido hasta que Enrique Peña se decidió a coger el acta, su decisión final de rechazarla y las noticias sobre una remodelación mayor del gobierno en unos próximos días por concretar suponen una inestabilidad perjudicial para la acción e imagen del ejecutivo.

Un tercer empeño ha de ser el de finalizar cuanto antes las grandes obras pendientes (Santa Clara, parking de Pozos Dulces y Larga). No me parece normal que se corte durante meses parte de una arteria estratégica como la calle Virgen de los Milagros con la naturalidad de quien saluda los buenos días al vecino. ¿Tan complicado resulta introducir en los pliegos de condiciones unos plazos de ejecución menores, que reduzcan los perjuicios para los residentes de la zona, los esforzados empresarios a quienes nadie compensa y los miles de vehículos conminados a un tour circunvalatorio?


PSOE e IU tienen ante sí la necesidad de transmitir con mayor determinación a la opinión pública que el gobierno gobierna, en lugar de hacerlo los funcionarios, que es lo que parece en ocasiones, la necesidad de impulsar no sólo la macropolítica sino lo que a mí me gusta denominar micropolítica, esa parte de la gestión que suele apuntarse en las agendas a pie de calle y que al cabo otorga o quita más votos de lo que pudiera parecer en función del grado de cumplimiento de los compromisos orales.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
15 de Enero de 2017