EL EMBLEMA DE MILORD


El pub Milord cumple 40 años y lo hace con orgullo y sencillez al tiempo, que es como corresponde afrontar estas cosas cuando uno ya dispone de edad y posición. Su actual propietario, Juan Franco, sigue al frente de un negocio que compartió muchos años con Antonio Márquez y con Antonio Villar, con quienes mantiene la amistad, algo no siempre fácil en cualquier empresa, menos aún en una tan sacrificada y proclive a las horas sin cuento y a todo tipo de imprevistos como la de la hostelería.

En el Milord, una de esas firmas emblemáticas en su gremio, ganadora de un espacio en su esquina de la historia, en la confluencia de Larga con Santo Domingo, donde suele verse encendido un faro que señaliza una tierra promisoria que nunca defrauda, las horas parecen transcurrir de otro modo, con una leve solera, impregnadas de agradables reminiscencias.

Llevo 26 años como cliente. El primer día en que arribé a El Puerto para empezar mi cometido laboral en lo que entonces era Radio Minuto, dispuesto a pasar un año en la ciudad y luego ya veríamos, entré allí, enfrente como se situaba del hostal que me acogería varios meses, y desde entonces lo visito con cierta asiduidad. Me gusta acercarme cuando no tengo mucha prisa, pues adentrarse en el Milord con urgencias se me antoja algo irreverente, una desconsideración para con mi amistad con Juan, con el entorno que generan los parroquianos y con el escenario que nos envuelve, una decoración que se te acaba haciendo familiar, de una complicidad proclive a la escucha y hasta quién sabe si a sugerirte algo, a aconsejarte en la medida de lo posible.

Suele ser expresión común para demostrar que alguien nos inspira confianza decir que le compraríamos un coche usado. A Juan Franco se le podría adquirir el concesionario entero nada más entrar por la puerta. Espero que los años que le restan hasta una jubilación que se merece como pocos le premien su afán de perfeccionismo, su concepto de servicio y su amor por el lugar donde reside, confío en que el futuro le sea, como el presente, un cóctel dulce y agradecido, que es lo que le piden a la vida las personas de buena voluntad y lo que, en ley, les corresponde.


Francisco Lambea
Diario de Cádiz
29 de Enero de 2017

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