domingo, 31 de marzo de 2013

CONSIDERACIONES PASIONALES



La Semana Santa que hoy termina me sirve varias líneas epistemológicas, algunas de las cuales nada tienen que ver con la teología. Sencillamente, no puedo entender cómo el hombre ha sido capaz de ir hasta la luna (380.000 kilómetros), darse un garbeo adornado de graciosos saltitos, instalar una bandera más dirigida a los terrícolas que a los selenitas y regresar (otros 380.000 kilómetros) sin mediar repostaje, y se muestra incapaz, en cambio, de predecir de manera prácticamente infalible (seré generoso) cuándo va a llover en las próximas horas y en qué cantidad. 

Creo que el espacio creciente que los medios de comunicación otorgan a la meteorología no se corresponde con las lagunas que aún presenta esta ciencia, y, mientras observo las explicaciones de los presentadores del tiempo, pienso en lo benéfico de su labor para paliar los destrozos causados por las absurdas leyes de nuestros políticos en la enseñanza de la geografía. 

Tampoco alcanzo a comprender por qué algunas hermandades no diseñan un plan que proteja a sus titulares de las precipitaciones, estrategia que pasa por la utilización de componentes tan tecnológicamente sofisticados como la escalera y el plástico, y me deja estupefacto esa alegría sádica que muestran algunas personas por el hecho de que la lluvia, o su amenaza, impida una salida procesional o desbarate su discurrir, regocijo más misterioso cuando procede de algunos integrantes de cofradías que justifican interiormente su sentir por las discrepancias mantenidas con su junta directiva. 

Confiemos en que las semanas de pasión futuras no se vean en buena medida destrozadas por el agua, y que su latir fervoroso siga creciendo en nuestra ciudad, pues su éxito es positivo para todos: para los creyentes, por razones obvias, y para los agnósticos y ateos, dada su terrena relevancia turística (que es tanto como decir económica).

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
31 de Marzo de 2013

domingo, 17 de marzo de 2013

UN RECONOCIMIENTO A LA ALTURA DE ESPÍRITU



El nombramiento de José Serrato Barragán, coordinador local de Cáritas, como Hijo Adoptivo de El Puerto premia la incansable labor de una persona y, al tiempo, de un colectivo, en apoyo a los más necesitados. No se le ocurre a uno mejor cualidad que la de entregarse a los demás, acto más legítimo que el de auxiliar a quienes conviven a nuestro alrededor para que eviten los estragos del hambre o la básica necesidad material en cualquiera de sus vertientes. 

Una de las mayores indignidades que aquejan a la raza humana deriva de que su presencia en este planeta se vea perpetuamente acompañada por la trágica circunstancia de que una parte de sus integrantes no consiga ingerir el suficiente número de calorías, una constatación cuya crudeza se agudiza cuando quienes no se ven afectados por tan terrible coyuntura limitan su interés por el particular a la contemplación de las variaciones anuales experimentadas por el ranking de millonarios. 

José Serrato podría haber gozado de una vida más regalada, de una existencia menos expuesta al desasosiego de escuchar a diario la gravedad de los problemas ajenos, pero lleva tres décadas ofrendando su tiempo (el de ocio entonces, cuando era empleado público ferroviario, y el natural ahora, tras pasar a la jubilación) a la noble tarea de trabajar por sus vecinos, una inquietud que no se emprende bajo la aspiración de la vanidad ni de la hipotética obtención de los frutos materiales que depara el mérito artístico o intelectual. 

Pepe Serrato se ha dedicado, y se dedica, a algo tan sencillo y, a la vez, tan poco frecuente, como preocuparse por los otros, animado por el incontestable argumento de considerar que eso es lo que tiene que hacer, inspirado por una obligación cristiana y cívica, luchando contra el desánimo que provoca la impotencia, sin haber esperado otro galardón que el máximo premio al que se debe aspirar: sentirse bien consigo mismo. 

Su ejemplo sirve para mantener la confianza en que el mundo puede ser más habitable.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
17 de Marzo de 2013

domingo, 3 de marzo de 2013

UN CARNAVAL POR DERECHO


Uno de los argumentos, tan tópico como absurdo, que han de escucharse en esta ciudad, es ese que viene a decir que, como el carnaval de Cádiz va a alcanzar siempre mayor estatura que el de El Puerto, resulta estéril organizar aquí dicha fiesta. 

Tan peregrina teoría sólo puede originarse en esa consabida deriva al derrotismo y la autoaniquilación de no pocos de nuestros paisanos, dados al flagelo ajeno en cualquiera de sus vertientes, incapaces de comprobar que tales latigazos acaban por revertir, de una forma u otra, en sus propias espaldas. 

En virtud de semejante tesis científica se torna estúpido que jueguen al fútbol aquellos equipos que no vistan las elásticas del Real Madrid, el Barcelona, o el Milan, pues, total, si se van a mover por el campo con menor donaire, para qué calzarse las botas. Igualmente se antojaría esperpéntico escribir en el caso de no llegar a la altura de Cervantes o de García Márquez, pintar cuando no se compite con el virtuosismo de El Greco o hasta hacer el amor si no se es Nacho Vidal, puestos a buscar ejemplos para dar un poquito por el lado contrario. 

El carnaval ha mejorado este año, pero, con todo, es de suponer que la concejalía de Fiestas aprenderá de algunos errores cometidos y establecerá fianzas para las agrupaciones que se inscriban en el concurso. Bien mirado, ahora que no pocos compatriotas tienen depositadas tales tipologías monetarias en algunos de los infinitos juzgados que pueblan el solar nacional, tampoco tiene por qué sentirse incómodo el equipo de gobierno salvaguardando los derechos de quienes acuden al Pedro Muñoz Seca con la lógica expectativa de ver a aquellos que habían anunciado su actuación. 

Personalmente, apuntaría la conveniencia de que las agrupaciones ofrezcan una mayor puntualidad, evitando situaciones como el retraso de casi dos horas padecido en la entrega de premios del COAC, en la Plaza de la Herrería. Las reseñadas demoras son prácticas que dañan el evento, por lo que los primeros interesados en evitarlas deben ser sus principales protagonistas.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
3 de Marzo de 2013