domingo, 31 de diciembre de 2017

PALABRAS DE FIN DE AÑO


Procuro no caer en los tópicos, o no caer demasiado, pero resulta difícil abstraerse a la tentación de ingeniar unas palabras de fin de año si tu columna coincide con un 31 de Diciembre.

En el ámbito individual voy a desear felicidad en 2018 a las personas de justa voluntad (que son la mayoría, pero tampoco todas), en medida directamente proporcional a sus merecimientos, siempre vinculados al tamaño de su corazón. Que no pasen desdichas de salud ni económicas y que, desde ese doble privilegio, se comporten con la mayor solidaridad posible.

Por lo que respecta a El Puerto nos esperan doce meses que, políticamente, mantendrán grandes rasgos de este 2017 que se nos va, de modo que se avanzará a un ritmo inferior al necesario bajo la batuta de un gobierno en minoría que se queja, con razón, del obstruccionismo opositor, eludiendo, eso sí, admitir que los dos partidos que forman el ejecutivo, PSOE e IU, actuarían, en situación inversa, exactamente igual que quienes ahora critican. El equipo de gobierno tiene ante sí un panorama que se complicará en el segundo semestre, conforme se aproximen las municipales de 2019, dificultando los consensos.

En lo que atañe a nuestro país, lo principal es avanzar en la justicia social, algo para lo que se alza básica la mejora de los índices macroeconómicos y la extensión de sus benéficos efectos a quienes más lo necesitan. Después, toca dar pasos claros, sin complejos, en la resolución del problema catalán, un conflicto alimentado por ese estúpido cortoplacismo que populares y socialistas manifiestan cuando se hacen con el gobierno central, en virtud del cual han preferido el apoyo presupuestario de un nacionalismo potencialmente sedicioso al de una sigla constitucionalista. Deseo a quienes ingenuamente creen que la tensión en Cataluña “es un asunto del PP” que se aperciban de que también lo es de ellos, aunque sólo sea, ya que tanta indiferencia les suscitan himnos, banderas y fronteras, por la estima que profesan a su bolsillo.


Sean, lectores, en definitiva, buenos, en el sentido machadiano que impide ser al mismo tiempo tonto: se trata de una forma consecuente de caminar por este mundo. 

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
31 de Diciembre de 2017  

domingo, 17 de diciembre de 2017

EL ASALTO DE LA NOSTALGIA


Frisándose el medio siglo, la nostalgia asalta en cualquier momento. La causa reside ahora en la presencia en la ciudad de la cantante Betty Missiego, que el pasado viernes, en compañía del grupo Soncalson, actuaba en el pub Milwakee, en el marco del 20 aniversario de este local, que viene celebrando la efeméride con elogiable brillantez.

Missiego se hizo muy popular en la década de los 70 y 80 del pasado siglo (cómo te echa años encima la última parte de la referencia temporal, no digamos ya si a la centuria se le añade el número XX). En su permanencia en el imaginario colectivo tiene mucho que ver su calidad de representante de España en el Festival de Eurovisión de 1979, donde defendió el tema “Su canción”. Fue segunda, después del país organizador, Israel, que presentaba una hermosa pieza, “Aleluya”.

Eurovisión constituía, por aquel entonces, una cita televisiva anual obligada, a la que acudíamos con gran interés, siguiendo las puntuaciones llenos de inquietud. Después, a uno le van distrayendo la atención distintas cosas y acaba espantado por la transmisión del certamen, marcada por unos zoom frenéticos ante los que palidecería Valerio Lazarov, movimientos espasmódicos de cámara de dron hiperactivo que te llevan a dudar de si visionas un certamen musical o en realidad te has encabalgado en la montaña rusa de un parque de atracciones.

Missiego, que, según leo en este periódico, nació en Lima (Perú) en 1938 y se nacionalizó española en 1972 (se comprende que carece de esos problemas de identidad que aquejan a algunos de quienes vinieron a la luz en nuestro país) continúa una carrera artística seria, lejana a la artificialidad mediática en la que se apoyan otros intérpretes.


Le deseo lo mejor y le aplaudo su elegancia natural, apoyada en una voz que añade sugerencia propia a las palabras que pronuncia, palabras que surgen de su garganta como acariciadas por ella, gozosamente presas de los matices que imprime. Betty Missiego nos deleita con su maestría y forma parte, con todo derecho, de la memoria de quienes nos acercamos a la cara B de nuestra trayectoria vital.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
17 de Diciembre de 2017

domingo, 3 de diciembre de 2017

PRESUNCIÓN HIGIÉNICA


El Puerto cuenta con un nuevo contrato de Limpieza Viaria y Recogida de Residuos, en esta ocasión por cuatro años. Cada vez que se firma un documento de este tipo parece abrirse una esperanza más basada en el deseo que en razones fundadas, en un sentimiento similar al que se tiene ante las uvas en Nochevieja, cuando uno prefiere no pensar en el porcentaje de fantasía y raciocinio que alberga la hipotética consecución de sus proyectos.

Son ya muchos años con la misma empresa, FCC, todo un clásico, y la opinión general es que la localidad debería presentar mejor estado de revista, aunque toda entidad jurídica del ramo tiene el derecho a la presunción de mejora higiénica, que es su especificidad sobre la de inocencia tradicional. Ahora el alcalde asegura que la concesionaria ofrecerá nuevas prestaciones, pese a que el contrato permite ahorrar, según también información municipal, medio millón de euros anuales.

Desde el ejecutivo se subraya que prosperan las condiciones laborales de la plantilla, que asciende a 300 trabajadores, una cifra muy importante, al incluirse la cláusula de subrogación, y una cierta recuperación salarial, pues las nóminas se redujeron en 2011 para evitar despidos, aspectos todos del agrado de la ciudadanía, que espera su consecuente repercusión en el adecentamiento de calles y avenidas. Los vehículos van a ser eléctricos y de gas, modernísimos y no contaminantes (ni en humos ni en decibelios), calificados como vanguardia de Andalucía, por lo que es de esperar que la pulcritud se ubique, proporcionalmente, en dicho grado evolutivo. 


Una de las solicitudes que yo haría, pues no he observado referencia alguna al respecto, es la de proceder al progresivo soterramiento de los contenedores, al menos en el casco histórico y en las zonas de mayor densidad demográfica. Parece que a este propósito, para mí prioritario, se le concede una trascendencia menor, apostándose por la simple sustitución de elementos. La realidad es tozuda y, por más que intentes animar la óptica, nada hay menos glamuroso que el contenedor susodicho, percepción cuya negatividad aumenta en enclaves turísticos. 

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
3 de Diciembre de 2017