martes, 29 de mayo de 2012

REFLEXIONES CHINAS

Recorriendo, en la sala de la Caja de Ahorros Inmaculada, la exposición “Maestros de la fotografía china”, una muestra perteneciente a la colección Ruiz Zulueta, mi mente, por esos caprichos azarosos del discurrir, tendía más al inicio a reflexionar sobre el país objeto de la panorámica que sobre las piezas en sí, siendo ellas de indudable interés.
Los españoles solíamos ver a los chinos como unos individuos repetidos hasta el infinito, que deglutían arroz invariablemente, desfilaban marciales bajo una bandera rojísima, hablaban de forma ininteligible cercana al enojo y poseían una habilidad para la gimnasia que les tornaba invulnerables, tanto en agua como en tierra firme. Con el tiempo, los chinos han superado el cliché del restaurante de precios económicos y se han dedicado a cosas tan serias como adquirir deuda soberana de otras latitudes, una posibilidad que no deja de asombrar por estos pagos, donde la teoría atribuía a las naciones comunistas, de gobiernos dictatoriales, unos PIB paupérrimos, asignados como condena existencial.
Tuvieron que pasar algunos minutos embebido en estas coyunturas para que mis ojos se detuvieran más en concreto en las instantáneas, que la sala CAI ofrece hasta el martes en una iniciativa plausible, entre otras cosas por lo inédito de la propuesta. Los autores (quedarse con sus nombres resulta tarea imposible para un occidental) ofrecen una selección muy interesante de trabajos, que sugieren numerosas emociones a quienes recorren la diáfana galería de la Plaza Peral, en la que acostumbran a encontrarse iniciativas que bien merecen la atención del aficionado al arte.
La propuesta fotográfica despierta también el interés por conocer más cosas sobre una nación cuya lejanía y especiales características han generado la consiguiente red de tópicos, cuando es lo cierto que el tópico con frecuencia aleja más del conocimiento que acerca a él.
Valga pues esta retrospectiva para vencer nuestra pereza inercial y disponernos, siquiera desde tan enorme distancia, a acercarnos con otra mirada a una de las naciones más importantes del planeta.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
27 de Mayo de 2012

domingo, 13 de mayo de 2012

DESMONTAJE FERIAL

La visión de los trabajos de desmontaje de la Feria siempre me ha inspirado una sensación melancólica, la percepción de quien observa desaparecer un mundo tan efímero como feliz, construido durante unos días a las afueras de una ciudad para, en cierta medida, olvidar los problemas que se padecen dentro de ella. A veces esa sensación se me adelanta unas horas y despierta cuando las lonas empiezan a clausurar la entrada de las casetas, segando su vida, cuando el crepúsculo del lunes extiende su manto aún rosáceo por las techumbres, cuando los fuegos artificiales se evaporan en el cielo recién oscurecido igual que se desvanece una sonrisa y su eco se lleva la magia de los últimos bailes.

La Feria de Primavera conforma un espíritu que no se observa en otros momentos del año: la voluntad común de la alegría, de lo que se entiende en términos filosóficos populares como pasarlo bien, de compartir lo que nos une sin atender a lo que nos distancia. Pareciera que la Fiesta del Vino Fino fuese una utopía del espíritu, o simplemente la inercia de su camino natural.

Escribió uno recientemente que somos las Ferias que nos quedan. Cuando los farolillos abandonan las alturas para descender a tierra, hasta componer una masa informe, uno se consuela pensando en la edición del próximo año.

Los portuenses volvieron a demostrar que esta celebración forma parte de su código genético y sólo resta confiar en que la crisis económica desaparezca al menos en gran medida para que Las Banderas vuelva a mostrar esa imagen continua de casetas en las que la aglomeración impide entrar, mientras la luz parece tan firme en la noche como durante el propio día.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
13 de Mayo de 2012

lunes, 7 de mayo de 2012

UNA FERIA CONTRA LA PRIMA DE RIESGO

La fiesta deja innovaciones acordes con los tiempos: la ausencia de portada, la huelga de autobuses y la protesta laboral a pie de avenida



Nada más presente que la ausencia: a la Feria le han quitado la portada y eso ha provocado que se hable de la portada más que nunca. La efímera construcción ha pasado de las retinas a las lenguas y ahora es la imaginación, en lugar de las bombillas, quien la alumbra. No seré yo quien escriba que una portada carece de importancia (ya me pronuncié también en su día contra la lonalización de la avenida principal, otro paso  desglamourizador), pero es lo cierto que nunca se ha reparado más en el pórtico que este año, en el que la concejalía de Fiestas ha desposeído a la celebración de su totémico referente iluminativo.
En contra de lo que ocurrió con el anuncio, luego rectificado, de eliminación del tendido navideño, en esta ocasión no ha habido una reacción popular contra el apagón parcial. Metidos en plena vorágine de recortes, efectuado el principal (a la esperanza) en los espíritus de muchos, poco parece importar que haya o no frontispicio: en época tan siniestra como la que atravesamos resta el consuelo de que, al menos, la Feria permanezca, de poder alzar una copita de fino sin tener que pedirle a los turroneros que monten el tenderete y de compartir unas risas mientras Europa, fuera de Las Banderas, se busca a sí misma en las elecciones francesas.
Se encuentre Europa o no la edición de este año se ha dedicado a las ciudades iberoamericanas en la manifestación más mediática hasta la fecha de la presencia portuense en los actos del Bicentenario, pero todo ha andado cortito de delegación institucional. ¡Qué lejos aquellos tiempos en los que se presentaba hasta el alcalde de Madrid, en los que nos visitaba el presidente de Ceuta o en el que cualquier entidad territorial homenajeada te mandaba algún digno subsecretario aún con ganas de hacer carrera! La caseta transoceánica se desarrolló con discreción suma, pero, al menos, YPF no le ha cortado el punto. Los españoles carecemos de conciencia de poseedores de crudo (los barriles se los habrían quitado a los ejecutivos corbateros de Repsol) y la referencia argentina no es Kirchner sino Maradona (Borges para la minoría elitista). Una máxima no escrita impera en los corazones: lo que el vino fino ha unido que no lo separe el petróleo.
Lo mismo sucede con la decisión de Evo Morales de expropiar la filial de Red Eléctrica Española en Bolivia. Parece que se está poniendo de moda en Sudamérica nacionalizar todo lo que sea español, pero, visto lo visto (o lo no visto) no hemos de preocuparnos por una posible expropiación de la Feria.
Las convocatorias de huelga en el servicio de autobús forman parte del programa de actos, como la inauguración oficial o el concurso ornamental de casetas. En esta ocasión, por vez primera, ha cristalizado en paro. La imagen de trabajadores de Daibus protestando mientras se inauguraba el alumbrado se erigió inédita, pues el recinto desconocía hasta la fecha este tipo de manifestaciones. Exentas, lo que se dice exentas, del manifestódromo local ya sólo quedan las procesiones.
La Feria termina, pues, dejando varias novedades: la ausencia de portada, la huelga del servicio de bus (para molestia ciudadana, beneficio de taxistas y popularización de la Angelita Alta), las protestas laborales por  Las Banderas y la dedicatoria rebuscando dedicados a lazo. La tremenda lluvia de la mañana del sábado destrozó dicha mediodía y provocó inéditos problemas en los parkings. Con todo, las ganas de disfrutar y de compartir unas jornadas con los demás volvieron a imponerse sobre las turbulencias que han aquejado a ese organismo vivo que es la Feria de Primavera, un evento que, por más que pueda parecer indemne a su contexto, marcha acorde con unos tiempos que esperemos muestren en el futuro mejores galas; al cabo, somos las Ferias que nos quedan y gusta recordar esas casetas llenas de hace años, en contraste con los excesivos claros de esta edición.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
7 de Mayo de 2012