domingo, 28 de octubre de 2018

ALAS DE SUEÑO



El pasado miércoles se celebró en todo el mundo el Día de las Bibliotecas. En El Puerto la Biblioteca Pública Rafael Esteban Poullet acogió la presentación de las dos últimas novelas del escritor gaditano Benito Olmo ("La maniobra de la tortuga" y "La tragedia del girasol"), sobre las que disertó en compañía de Paqui Ayllón, quien describe su amor a los libros en el que acaba de publicar, “La lectora ciega”, que caerá en mis manos en breve.


En mi segunda obra, “Estampas familiares”, que vio la luz en EH Editores en 2008, en virtud del criterio, que agradezco, de Mauricio Gil Cano, hay un poema, “Alas de sueño”, en el que hablo de mi relación con ellos; principio escribiendo que “Los libros sólo viven/mientras alguien los lee,/mientras una mirada/revela su aliento en la sombra/caprichosa del olvido”. Siempre me parece que esas extensiones de volúmenes silentes sobre los anaqueles transitan en su hieratismo a la espera de “esa mano/cercana en las horas”, que son “el abrazo/de ese amigo sin prisas cuando el otoño/demora su tristeza por las calles”, que se muestran como “alas de sueño donde la vida/se multiplica sin crepúsculo”.

Quien no tiene el hábito de la lectura pierde una fuente de placer, como la pierden quienes, gozando de esa costumbre, discriminan prejuiciosamente a la poesía, a la que niegan todo derecho de posibilidad electiva, cerrazón que supone uno de esos enigmas cuya incapacidad para descifrar ya he asumido (el tiempo es, entre otras cosas, la asunción de algunas derrotas).   

Termino señalando que, en contra de lo que viene a ser costumbre, no voy a pedir disculpas por la autocita: para algo me tomé el trabajo de componerlo en su día y, cercano ya a los 50 de mi edad, uno se va permitiendo según qué licencias. Total, que diría el otro (cuánta significación llega a encerrar este vocablo, tan polisémico, cuyo carácter familiar no debe distraernos de su hondura). También es cierto que las autocitas, de habitual teñidas de mala prensa, han ganado algo de prestigio gracias a los plagios. Y es que siempre resulta más feo plagiar que autocitarse (que es copiarse a uno mismo en vez de a otro).  

Francisco Lambea 
Diario de Cádiz
28 de Octubre de 2018 

domingo, 14 de octubre de 2018

AUSENCIAS INCOHERENTES



Estuve en la izada de la bandera española el viernes en la Plaza Peral. Son eventos a los que uno puede acudir gustosamente cuando es español, se siente como tal y carece de problemas de identidad. En el acto, como viene siendo costumbre, había representación de PSOE, PP y Ciudadanos, además del concejal no adscrito Carlos Coronado; no fueron los ediles de IU y Levantemos, demostrando la esquizofrenia que sufre la extrema izquierda ante la insignia nacional.

IU El Puerto ha emitido un comunicado en el que argumenta su inasistencia en el rechazo a la fecha, que para ellos conmemora “un proceso de violenta imposición” de España a Latinoamérica. Pero lo cierto es que el año dispone de otros 364 días, 365 si es bisiesto, para mostrar algún tipo de afecto a la bandera, actitud que ni en IU ni en Podemos, su formación aliada y, al tiempo, fagocitadora, se vislumbra. Incluso en sus sedes suele ondear la de la Segunda República, en lugar de la constitucional, que es la correspondiente.

Sostengo la teoría de que a la extrema izquierda no le agrada la bandera definida en la Constitución porque representa a una nación que les ha rechazado para regirla en las 13 elecciones generales celebradas desde la reinstauración de las libertades. Incluso ahora la influencia de sus diputados se debe a una moción de censura que dio el gobierno a la segunda lista más votada, el PSOE, con 52 actas menos que la primera, el PP, y que requirió los decisivos votos de partidos independentistas, hecho de extraordinaria gravedad que no se debe normalizar.

Es la misma extrema izquierda que mira con recelo a nuestro ejército democrático y con admiración al cubano o venezolano, ofrendados a sojuzgar a sus pueblos. Otro ejemplo de esquizofrenia es la atracción que IU y Podemos profesan hacia todo separatismo, por muy de derechas que resulte.

Bien podría Pablo Iglesias tener en estima a la bandera que representa al país cuyos ciudadanos le pagan y también a la Guardia Civil, aunque solo sea porque algunos de sus miembros vigilan su chalet de casta de Galapagar. Y porque los miembros de la Benemérita son bastante más obreros que él.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
14 de octubre de 2018