domingo, 18 de enero de 2015

CONSTRUCTORES DE CIUDADES


La entrada en funcionamiento del Complejo Deportivo Marcos Monge, en El Juncal, es una de esas noticias felices del año recién iniciado. En medio de una crisis económica tan honda como dilatada, conforta que un pequeño grupo de personas, dirigidas por Antonio Flor, hayan depositado sus esfuerzos en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento al Recreativo Portuense hasta acondicionar un espacio baldío en un entorno sobre el que cientos de niños y jóvenes pueden practicar el fútbol, incendiando el césped con la energía propia de las ilusiones.

El pasado jueves la Asociación Cultural Amigos de los Patios Portuenses, impulsada por José Ignacio Delgado Poullet, presentaba el cartel de una celebración que muestra los atractivos con que cuenta una parte de El Puerto que, desde la belleza de su interior paisaje cotidiano, se complace en reivindicar la vigencia de las clásicas relaciones de vecindad.

El próximo domingo las dunas de San Antón acogerán la vigesimocuarta edición de una romería posible gracias al empeño desarrollado desde la junta directiva de la Asociación de Vecinos Pago de la Alhaja que preside Francisco Lara. Miles de personas y mascotas se citarán en el marco de una convocatoria que plasma una idea tan sencilla que debiera ser primigenia: la comunión entre todos los seres vivos.

Si no hubiese personas que desarrollan pasiones loables todas las ciudades acabarían siendo espantosamente iguales, sucesiones clónicas de calles, parques y avenidas anilladas por letreros luminosos bajo los que  deambulan espíritus que pagan impuestos con puntualidad administrativa. Tiene que existir gente que optimice eriales para usos deportivos, que organice fiestas ejemplo de valores, que cree entidades donde se anima a personas que sufren enfermedades graves, que dé vida a hoteles hablando de literatura, que llene habitaciones con alimentos para aquellos que no pueden pagarlos en el supermercado.


Las ciudades las diseñan los arquitectos pero su latido lo definen las personas. Por encima de consideraciones demográficas estrictamente emanadas del padrón, la sístole y la diástole de los núcleos urbanos atiende sólo a las cualidades del corazón de sus integrantes.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
18 de Enero de 2015

domingo, 4 de enero de 2015

UNA ORQUESTA PARA LA ESPERANZA


La llegada de cada nuevo año suele revestirse de caracteres ilusionantes. Aquellos a quienes les va, en general, bien (no muchos, ciertamente, en estos tiempos, aunque más de lo que pudiera pensarse) aspiran a mantener la tónica, incluso solicitando mejorías en aspectos puntuales, mientras que los que se sienten menos bendecidos por el caprichoso rayo del destino buscan que las uvas acompasadas en la cadencia que dicta el reloj de la Puerta del Sol marquen una especie de kilómetro 0 en sus vidas.

Para los periodistas nativos 2015 viene marcado por la convocatoria de elecciones municipales. En la profesión se es consciente de que, cada tres años sin comicios locales, llega el momento del calendario que los acoge. Eso lo trastoca todo. Suponen meses de mayor carga laboral, de tensión recrecida, de miradas y comentarios anfibológicos, de actuaciones y sobreactuaciones, de ruedas de prensa multiplicadas hasta la extenuación, tiempos en los que aumenta el interés de los políticos por conocer las circunstancias y características de nuestra labor, en los que los redactores, tantas veces ignorados, adquieren la relevancia, en opinión de algunos alcaldables, de conformar la opinión que los ciudadanos manifiestan en las urnas.   

Residentes en un país que el gobierno central considera de las maravillas, saliendo de una crisis sin salir de ella, recuperándonos sin recuperarnos, degustando los racimos negros de la prima de riesgo, la corrupción con frecuencia impune, el euríbor rampante, la terrible filoxera del desempleo, parece claro que la esperanza se erige necesidad del ser humano y que la justicia resulta de obligatorio advenimiento.


Que el año nos sea grato, plácido al menos. Que seamos tan felices como los violinistas de la Filarmónica de Viena, quienes, con su exquisitez sonora e indumentaria, inician cada año desde el edénico Musikverein esgrimiendo el mensaje de que la armonía es un prodigio posible, de que podemos planear por el mundo con la elegancia ingrávida de los bailarines del Ballet de la Ópera, transitar calles trazadas por un divino tiralíneas que eleva el PGOU a la categoría de arte.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Enero de 2015