domingo, 24 de septiembre de 2017

VALORES DEPORTIVOS


El Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca acogerá el 23 de Noviembre el acto de entrega de los Premios a los Mejores Deportistas Portuenses del bienio 2015/16. El pasado jueves el jurado, del que formo parte, se reunió al efecto en el Hotel Monasterio San Miguel (fue un cambio, pues los últimos encuentros se producían en el Hotel Santa María, y me acordé de su director, Francisco Quirós, recientemente fallecido).

Reservándome el veredicto, pues todavía no es el momento de darlo a conocer, y para eso acostumbramos a ser serios los miembros del tribunal, me apetece escribir sobre la brillante representación con que cuenta el deporte en nuestra ciudad. Aunque la demografía no resulta excesiva, El Puerto dispone de nombres insignes incluso en modalidades que no registran alto número de federados, como la hípica, el tenis, el judo, el ciclismo o el boxeo y hay instituciones que constituyen una referencia provincial, como el Judo Club Tadeo, el Club de Rugby Atlético Portuense o el Club de Baloncesto Portuense. Precisamente hoy, y tras cuatro años sin hacerlo, otra entidad señera, el Racing Portuense, vuelve a competir, a las puertas de celebrar, en 2018, el 90 aniversario de su nacimiento.

Es necesaria una apuesta más decidida del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía para la mejora de infraestructuras, compromiso que urge en el fútbol, donde los técnicos de la concejalía hacen maravillas para confeccionar los cuadrantes de entrenamientos.

Además, y con independencia de los resultados competitivos y de lo saludable del ejercicio frente al sedentarismo, la disciplina deportiva es muy interesante para la vida cotidiana. Valores como los del esfuerzo, la superación constante o el respeto y solidaridad para con el otro se aprecian fácilmente y se asimilan para el resto de ámbitos, en los que a veces se echa en falta una mayor abundancia.

Ese día 23 el Teatro volverá a vivir una noche entrañable, en la que se premiarán los logros, el trabajo y la ilusión de muchos jóvenes y no tan jóvenes, una labor que también distingue a estamentos colaboradores, como el arbitral o el técnico.


Si puede, acuda.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
24 de Septiembre de 2017  

domingo, 10 de septiembre de 2017

UNA MEMORIA SOCIAL


El pub Milord cerraba sus puertas la tarde del pasado jueves. En su discreto emplazamiento, esa parte final de la calle Larga que siempre parece exiliada del bullicio que gozan otros tramos de la vía, se ha mantenido durante 40 años una empresa donde siempre se atendió desde la maestría profesional y personal.

Iniciada la actividad con tres socios, dos acabaron, bastante tiempo después, marchando: Antonio Villar en busca de otro sector económico y Antonio Márquez para disfrutar una jubilación más que merecida, quedando Juan Franco al frente, en solitario, estos últimos años. Mantienen una buena relación, cosa que no siempre sucede tras haber compartido negocio, mérito aún mayor en uno tan exigente y que demuestra la alta calidad humana de quienes lo defendieron detrás de la barra.

Con el adiós de Milord pasa también al archivo parte de la vida portuense de cuatro décadas. Establecimientos de este tipo encierran una memoria de la sociedad que no acostumbra a atesorarse bibliográficamente; queda  impresa sólo en los corazones y se borra cuando éstos cierran sus páginas. Si hubiese museos de bares que ofrecieran grabaciones audiovisuales, nuestros sucesores conocerían mejor el pasado (cuáles eran las inquietudes de la gente, cuáles sus esperanzas, aficiones o rechazos) de lo que consiguen revelarles los de libros, cuadros o vestidos.

Estos días muchas personas recuerdan en las redes sociales experiencias vividas en Milord. Encuentros familiares, celebraciones diversas, amores que comenzaron a edificarse, charlas con amigos que ya no están, infinidad de actividades culturales… Milord era parte del centro histórico y de todo El Puerto de Santa María, una firma conocida en el entorno que se integraba de modo entrañable, natural, en su paisaje. 


Se me hará extraño pasar por esa esquina de Larga con Santo Domingo, desde donde tantas nostalgias afloran, y no encontrar su hospitalidad, algo que me recordará que el paso del tiempo nunca es inocente. Me consolaré pensando en que Juan protagoniza un paso profesional importante. A sus amigos nos basta con que obtenga una recompensa acorde a su capacidad de trabajo y a su honradez.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
10 de Septiembre de 2017