domingo, 17 de febrero de 2013
EL CARNAVAL COMO REFUGIO
El carnaval portuense parece mostrar unos síntomas claros de recuperación. Entre sus logros, hay que citar el pregón de Manu Sánchez, un humorista cuyo talento es superior al de otros colegas a quienes las televisiones nacionales acostumbran a pasear más profusamente. Manu, además de obsequiar con algunas de sus geniales ocurrencias, nacidas de la estricta observación a pie de calle, dio altura al acto el pasado domingo con las intervenciones de Niña Pastori, la chirigota del Selu Las verdades del banquero o la comparsa de Los Gitanos. Su elección como pregonero fue todo un acierto. Pocas personas gozan de tal capacidad de atracción, pues la Plaza del Castillo estaba prácticamente llena aunque lo intempestivo de la hora y el día hubieran podido presagiar una menor respuesta.
La amplia participación registrada en el Concurso Oficial de Agrupaciones, pese a algunas ausencias anunciadas, o no anunciadas, en el último momento (de todo se aprende, según ha hecho constar la concejalía de Fiestas) constituye otra de las notas interesantes de este año, así como su difusión televisiva y por Internet, un aspecto no menos significativo, pues a veces se olvida una máxima elemental que indica que casi tan importante como hacer las cosas es darlas a conocer.
La cabalgata que tiene lugar hoy debe contribuir a ese renacimiento carnavalero que la ciudad goza este año y que aún se encuentra pendiente de citas como la gran gañotá, seguidas masivamente por el público. Es seguro que este encuentro gastronómico y altruista acogerá el próximo domingo en el Parque Calderón a un alto número de portuenses.
La marea carnavalesca se ha extendido incluso a la iniciativa privada, con propuestas como la del Primer Concurso de Popurrís El despacho, que llevará a cabo el sábado 23 la cafetería del mismo nombre, sita en el vivero CEEI.
Parece que en tiempos tan melancólicos como los actuales los ciudadanos han confiado al carnaval el asilo del espíritu. Dubitativa la esperanza queda lo último que se pierde: el humor.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
17 de Febrero de 2013
domingo, 3 de febrero de 2013
CIUDAD DE CULEBRONES
El Puerto de Santa María exhibe, entre otros títulos, el de ciudad de los cien culebrones. No dispongo del suficiente espacio para señalar tan alto número de referencias inconclusas, pero comentaré, siquiera, algunas.
El culebrón madre de todos los culebrones es, por supuesto, el PGOU, un culebrón genérico y enmarcador, del que, de algún modo, nacen casi todos los demás, como una suerte de culebrinitos. Así, por ejemplo, tenemos el Plan de Abastecimiento y Saneamiento Integral, PASI, otro acrónimo de naturaleza eterna. Por más canalones que se entierren en el subsuelo no hay forma de finalizar con este género de infraestructuras, una especie de pecado original de cada calle oriunda. En El Puerto diseñas una vía y, antes de que la rotules, ya tienes el PASI pendiente. Ahora hemos conocido que si no se acomete el susodicho Plan en la Cañada del Verdugo no podrán entregarse las llaves de las VPO que allí se construyen, una circunstancia especialmente grave en un término municipal que ha batido todos los récords negativos en la edificación de esta tipología de viviendas, de modo que hasta puede darse el caso de que, una vez los pisos se hayan finalizado, la economía de los adjudicatarios supere los requisitos que condujeron inicialmente a su derecho.
Otro culebrón es el del centro de salud Pinillo Chico, una dotación que llegó a contar incluso con asignación presupuestaria, pero que posteriormente vio cómo no se desarrollaba y acababa por desaparecer de los papeles, haciendo justicia a la condición culebronera de su epígrafe.
La estación de autobuses constituye otro culebrón y, ya puestos, el traslado del Ayuntamiento a la Plaza Peral, un cambio que se demora tanto que ya es de temer que el edificio acabe por necesitar una segunda rehabilitación.
Justo es apuntar que algún culebrón ha sido resuelto en los caprichos del tiempo, como el de la variante, el tanatorio o el teatro, pero no hay que negarse a la evidencia: los culebrones encuentran aquí un terreno especialmente abonado, convirtiéndose en picudos rojos del progreso.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
3 de Febrero de 2013
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