sábado, 20 de diciembre de 2008

ALBERTI Y PICASSO

La Fundación Rafael Alberti conmemora estos días el 106 aniversario del nacimiento del escritor con un diverso programa de actos, que incluye, como especial novedad, una exposición fotográfica del argentino Roberto Otero, coetáneo de Alberti y de Picasso, en la que se recogen 21 instantáneas que inmortalizan la amistad de ambos, las visitas que el portuense efectuaba al malagueño en Mougins, un pequeño pueblo de la Costa Azul, cuando el exilio definía el destino de ambos.
Uno de los libros menos conocidos de Alberti por lo que ha dado en llamarse “el gran público” es “Los 8 nombres de Picasso y No digo más que lo que no digo”, escrito entre los años 1.966 y 1.970, en el que el gaditano muestra, desde la precisión y genialidad de su verso, su rendida admiración por la obra picassiana, a la que rindió culto especialmente durante la génesis del poemario. Se trata también de uno de los volúmenes más difíciles de encontrar de entre la ingente creación de Alberti, aunque recientemente Seix Barral haya facilitado su difusión al editarla con motivo de la publicación de las obras completas (Poesía IV), en una edición espléndida del catedrático de la Universidad leonesa José María Balcells, quien, en una minuciosa contextualización, señala que el volumen “refleja la versatilidad de un extraordinario pintor que también fue poeta y la de un extraordinario poeta que también fue pintor”.
La Fundación Alberti, institución que dirige con eficacia y enamorado celo María Asunción Mateo, ha conseguido que las fotografías, parte de las 1.500 que incluyen los fondos del Museo malagueño, se expongan, por primera vez, fuera del mismo, en una brillante gestión más de una entidad cultural que para sí quisiera cualquier ciudad española, una entidad que contribuye a hacer más grande El Puerto de Santa María y que se erige merecedora de un apoyo institucional que debiera ser creciente, toda vez que la Fundación supone uno de los más justificados motivos de orgullo con los que contamos, algo apreciable a todos los ojos cuya mirada no afecten las deformadoras dioptrías de la envidia o la ignorancia.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
20 de Diciembre de 2.008

jueves, 4 de diciembre de 2008

LA CONSTITUCIÓN

Estos días se hablará algo más de la Carta Magna que en otros años precedentes, pues nuestra sociedad, tan dada a las liviandades del marketing, gusta de detenerse en efemérides redondas (como si las cosas no fuesen importantes en sí mismas, con independencia de los números) y ese documento que, aun con sus ambigüedades, anacronismos e incumplimientos, constituye un texto fundamental en nuestra historia, cumple treinta.
La Constitución de 1.978 nos está procurando un largo periodo de paz y, pese a que éste no parezca el momento apropiado para referirlo, de prosperidad económica; por ello es fundamental explicarla y difundirla, como ocurre en muchos centros educativos de El Puerto, con participación de políticos y juristas, al igual que en tantos otros de España y se hace vital que su conocimiento alcance a más ciudadanos de aquellos que estrictamente opositan a un puesto en el sector público o cursan la licenciatura de Derecho.
El sábado, día festivo para muchos, es una jornada que puede emplearse para leerse la Constitución, por ejemplo, y así saber con propiedad de lo que se habla, en un país (no digamos ya una ciudad) donde agrada en exceso hablar de oídas o se practica el noble ejercicio de pronunciarse sin conocer, en el que la relajación democrática (gracias, por ejemplo, al texto que nos ocupa) provoca que se vote sobre el estatuto de autonomía sin haber ojeado siquiera el estatuto de autonomía (mejor no referirse a las disposiciones jurídicas europeas, para evitar mayor sonrojo).
Hace treinta años, en un día frío pero brillante de Diciembre, muchos españoles se acercaron a una urna con ilusión y recelo, al tiempo, sobre el futuro e introdujeron un sobre en ella que, en la inmensa mayoría de los casos, suponía un guiño a la esperanza, el deseo de superar un ayer cainita.
La Constitución es un libro que en muchos hogares duerme en el olvido de cajones ignotos, pero que debería exhibirse, orgulloso, como el ejemplo de un pueblo que, por encima de todo, quiso caminar hacia adelante.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Diciembre de 2.008