domingo, 26 de octubre de 2014

UN PREMIO MERECIDO


El premio “Empresario del Año”, concedido por la Asociación de Empresarios de El Puerto a Francisco Custodio Cárdenas, propietario del restaurante Los Portales y Bodegas El Cortijo, es un galardón justo a una persona que, como indicó en su discurso, trabaja desde la máxima del  esfuerzo y la constancia, sin olvidar el ejemplo de quienes, como su padre, le marcaron el camino a seguir.

Como todo buen gerente, Paco Custodio ha sabido aprovechar los buenos momentos para crecer con bases sólidas, y resistir los malos para, entre otras cosas, mantener ese equipo en el que algunos integrantes acumulan más de 30 años, dato que muestra, simultáneamente, su capacidad ejecutiva y su sensibilidad humana.

Cuando uno visita sus establecimientos, además de gozar de una gastronomía magnífica a precios razonables, disfruta al ver a un portuense de espíritu constructivo, que expone sus deseos de prosperidad general sin criticar a nadie, o haciéndolo fuera de toda saña, con un punto incluso de benevolencia, desde la perspectiva de quien se cree y practica aquellas frases, tan habitualmente reiteradas como comúnmente desatendidas, de “remar en la misma dirección” y “sacar entre todos esto adelante”.

En una entrevista concedida a este periódico en los días previos a la recepción del premio, Paco Custodio, que se declara agradecido, orgulloso y satisfecho, afirma que él no es “hombre de foto”. Resulta cierto: quienes le conocemos sabemos que sí es, en cambio, hombre de palabras, de los que gusta de una grata plática, y de palabra, de los que uno puede fiarse sin temor al desengaño.

Los restauradores no olvidan que, tan importante como la calidad de sus platos, es la atención general que recibe el cliente, y esa equivalencia es un sello que se mantiene bajo su batuta, tanto en él como en sus empleados, una batuta movida por la franqueza de quien se dedica al oficio desplegando la campechanía que nace de la vocación, de la entrega a una labor de la que se siente enamorado.


Personas como Paco Custodio y empresas como la que regenta hacen que El Puerto de Santa María sea una ciudad mejor y otorgan credibilidad a la esperanza en su progreso. 

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
26 de Octubre de 2014

domingo, 12 de octubre de 2014

FOTOGRAFÍA CONSULAR


Con esa propensión a la poesía que adorna la mirada de los fotógrafos (poesía es búsqueda, necesidad de captación) José Antonio Tejero Lanzarote despliega en el Hotel Bodega Real una exposición sobre el vino, una muestra de carácter permanente, como corresponde en justicia a la continuidad de su retina ensolerada de luz, de sus pupilas forjadas en la costumbre de observar.

Siempre detallista, Tejero presenta sus creaciones bajo el título genérico de “Cónsul tan acogedor”, en recuerdo de unas palabras de su colega galés Charles Clifford, quien, compartiendo una visita cursada a la ciudad por Isabel II, en 1862, tuvo la veleidad literaria de referirse al vino con tan elegante metáfora.

Un recorrido por las imágenes nos descubre el trabajo manual que rodea a la elaboración del producto, la diversidad de elementos que intervienen  (especialmente subyugante esa llave reposando en el redor, que lleva a pensar en los años acariciados por sus ojos de óxido, quizá en los secretos que esconde su sencilla y sólida estructura), el proceso biológico que lo hace posible (la levadura de flor en la bota siempre se reviste de un aire misterioso, de tintes esotéricos) o la dimensión social de su consumo (dos portuenses conversan mientras el venenciador extrae el tesoro y la escena desprende una indiscutible naturalidad, como si no pudiera acontecer otro suceso en ese momento).

Las bodegas constituyen un escenario muy definido, un mundo propio que parece, bajo los cascos que las albergan, latir con un ritmo interior, de jerarquía autónoma. Incluso el polvo depositado en la negrura de los toneles traslada un aura de solemnidad, de sacralidad civil.


Muchas veces me pregunto en qué medida las fotos son capaces de aprehender el tiempo, de combatir su fugacidad con la humilde arma de un papel, de un espacio minúsculo en el archivo de un ordenador. Recorriendo esta exposición de Tejero uno, al menos, cree conocer algo mejor El Puerto por el que camina a diario, siente que la retina le conduce a la comunión con la tierra. Y vuelve a apreciar lo que de arte tiene la fotografía, cónsul tan acogedor del presente y la memoria.  

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
12 de Octubre de 2014