UNA ORQUESTA PARA LA ESPERANZA
La llegada de cada nuevo año suele revestirse de caracteres
ilusionantes. Aquellos a quienes les va, en general, bien (no muchos,
ciertamente, en estos tiempos, aunque más de lo que pudiera pensarse) aspiran a
mantener la tónica, incluso solicitando mejorías en aspectos puntuales,
mientras que los que se sienten menos bendecidos por el caprichoso rayo del
destino buscan que las uvas acompasadas en la cadencia que dicta el reloj de la
Puerta del Sol marquen una especie de kilómetro 0 en sus vidas.
Para los periodistas nativos 2015 viene marcado por la
convocatoria de elecciones municipales. En la profesión se es consciente de
que, cada tres años sin comicios locales, llega el momento del calendario que
los acoge. Eso lo trastoca todo. Suponen meses de mayor carga laboral, de
tensión recrecida, de miradas y comentarios anfibológicos, de actuaciones y
sobreactuaciones, de ruedas de prensa multiplicadas hasta la extenuación, tiempos
en los que aumenta el interés de los políticos por conocer las circunstancias y
características de nuestra labor, en los que los redactores, tantas veces
ignorados, adquieren la relevancia, en opinión de algunos alcaldables, de
conformar la opinión que los ciudadanos manifiestan en las urnas.
Residentes en un país que el gobierno central considera de
las maravillas, saliendo de una crisis sin salir de ella, recuperándonos sin
recuperarnos, degustando los racimos negros de la prima de riesgo, la
corrupción con frecuencia impune, el euríbor rampante, la terrible filoxera del
desempleo, parece claro que la esperanza se erige necesidad del ser humano y que
la justicia resulta de obligatorio advenimiento.
Que el año nos sea grato, plácido al menos. Que seamos tan
felices como los violinistas de la Filarmónica de Viena, quienes, con su exquisitez
sonora e indumentaria, inician cada año desde el edénico Musikverein
esgrimiendo el mensaje de que la armonía es un prodigio posible, de que podemos
planear por el mundo con la elegancia ingrávida de los bailarines del Ballet de
la Ópera, transitar calles trazadas por un divino tiralíneas que eleva el PGOU
a la categoría de arte.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Enero de 2015
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