EL SABOR DEL TIEMPO



En su latir escondido, en su refugio íntimo, como agazapados en el viario, los patios constituyen una parte insoslayable del día a día portuense. Hay una vida náutica, pendiente de los vientos, que gusta de coronarse en el mar, una tecnológica y poligonal, una de urbanización periférica... y también hay una vida de patio, que demuestra que la grandeza gusta de reposar en lo sencillo y la importancia de elementos como la luz, el color (que no deja de ser hijo de la luz) o la compañía.

En los patios se sienten más las horas, se degusta, lentamente, su paso, el tiempo se ensolera y saborea, haciéndose, de algún modo, corpóreo.  Mucho se habla de la primavera pero ¿qué sería, en verdad, de la primavera sin un patio? ¿Habrá un escenario donde tal estación llegue a apreciarse más en su casa, mimosamente enmarcada, donde su retrato se perfile con tan hermosa contundencia? 

Gracias a empeños como el de José Ignacio Delgado Poullet, Nani, un portuense a un patio pegado, que sabe valorar ese Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que es la conversación entre claveles, el zigzagueo del sol sobre los geranios, el vuelo confiado de los pájaros, la familia en torno a un espacio íntimo y, a la vez, comunitario, la Fiesta de los Patios continúa cumpliendo una de sus grandes funciones: facilitar el contacto de las personas. Nani ha conseguido que los propietarios de los patios los abran como frutas y que su demarcación resulte, al cabo, una excusa (preciosa, eso sí) para que la gente se encuentre.

En el claustro del IES Santo Domingo, en el acto de entrega de premios de la Fiesta, una actividad que empezó en silencio y ya ha alcanzado veinte ediciones, se respiraba una bonhomía de patio, esa arquitectura que lleva unida, irremediablemente, idiosincrasia (los contrafuertes son las risas, las palabras). El patio imprime carácter. Para huir del stress, de todo aquello que no es auténtico, pocas opciones tan interesantes como sentarse en un patio, integrarse cual elemento de ese perfecto ecosistema y conversar, o mantenerse en silencio, permitiendo que la mañana, la tarde o la noche te desvelen sus secretos.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
15 de Abril de 2018

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