EL CURSO Y EL GOBIERNO
Llegado septiembre, con su carga de tópicos, comienza el
denominado “curso político”, como si la política descansara alguna vez. Acaecen
las ruedas de prensa valorativas sobre los próximos meses, en esta ocasión con
los comicios municipales del 26 de mayo como gran fecha en la agenda.
El alcalde, David de la Encina, y el edil de Economía,
Antonio Fernández, no se han resistido, animados por el retorno, cual hijo
pródigo, de los presupuestos municipales. Tras la mayoría compuesta para que la
lista más votada, el PP, no gobernara, mayoría artificiosa para la gestión,
como demostró la ruptura del pacto solo un año después, ha sido el apoyo precisamente
de los populares el que ha posibilitado el documento, toda vez que el partido
que detenta la alcaldía, el PSOE, con sus 6 actas, ni siquiera un cuarto de la
Corporación, y el socio que le queda, IU, con 3, figuran lejos de las 13 en que
se inicia la mayoría absoluta.
Por lo demás, confianza en la pronta aprobación del
Peprichye, ese Plan al que siempre le ronda una luz verde inminente que nunca
termina de encenderse, o alegría por la presentación de proyectos para ITIS, como
si la simple presentación implicara consecución.
Nada se dice en tal balance de lo prometido no logrado y es
que uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el bipartito es el
incumplimiento de numerosos anuncios electorales. No sólo de los más
importantes, como la no ejecución del parking de Pozos Dulces (cuyas obras finalmente
se han emprendido, eternizadas, eso sí, en el paisaje) o la remunicipalización
de Apemsa (agua pasada de la que no se ha vuelto a hablar), sino de otras inobservancias
de acuerdos (dicho en fino, en vulgo se califican, directamente, como mentiras)
con colectivos sociales, empresas y particulares de toda índole. Sumergido en
la inercia de los días, el ejecutivo parece ignorar que hay ciertas cosas que,
delante de una urna, no se olvidan.
El inquietante panorama lo redondea la política comunicativa,
insuficiente para el servicio público, regida por unas líneas estratégicas generales
que, si alguien las encuentra, le resultarán manifiestamente mejorables, cuando
no un auténtico desastre.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
16 de Septiembre de 2018
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