LA IZQUIERDA Y LOS PACTOS
Uno de los problemas con los que suele encontrarse la
izquierda en nuestro país es su dificultad para alcanzar pactos y, rubricados
estos, los escollos que atraviesa para mantenerlos.
Aquí, en El Puerto, el tripartito se rubricó pronto, pues sus
integrantes (PSOE, Levantemos e IU) necesitaban hacerlo para que no lograra la
alcaldía la lista más votada, la del PP. El odio (si queremos dejarlo más
políticamente correcto, la aversión) es un sentimiento que sirvió para una
primera fase, la de obtener el poder, pero que viene resultando insuficiente
para el ensamblaje posterior de una gestión que se extienda más allá de la
simple referencia de haber imposibilitado un ejecutivo de derechas.
El alcalde, David de la Encina, echó a Levantemos cuando el
acuerdo no había alcanzado el año por las trabas que los ediles de esta
formación presentaban al parking de Pozos Dulces (aunque hay que suponer que
obstaculizaron también otras gestiones que no trascendieron). Fue el capítulo inicial
de esa contrariedad a que me refería en el inicio del escrito. Creo que el
alcalde se precipitó y que los concejales de Levantemos pudieron, por su lado,
poner las cosas más fáciles (de tanto jugar de farol en las partidas plenarias
la expulsión les ha abocado a mostrar cara de póker).
Las quejas que IU manifiesta sobre el devenir de un ejecutivo
ya en minoría suponen la segunda parte de las hostilidades. Cada vez que se
difunden informaciones sobre las discrepancias de los socios de gobierno
pierden votos los dos. Hasta el Foro Social, cual buena madre preocupada por el
descarriamiento de los hijos, ha llamado a una reconciliación que evite, piensa
la entidad, nada sospechosa de conservadurismo, “que no volvamos a contar con
un gobierno progresista y social durante muchos años en El Puerto”.
Y es que la cuestión estriba en si David de la Encina, tras
Moresco y Candón, acaba como el tercer alcalde al que desaloja el Plan de
Ajuste, dejando un escenario despejado para los populares en una ciudad cuyo
electorado les es sociológicamente favorable y que, tras la experiencia, no
distraería sus fuerzas en abstencionismos suicidas ni experimentos
farmacéuticos.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
19 de Noviembre de 2017
Comentarios