JORNADA DE REFLEXIÓN
Uno coincide con la sensación, ampliamente extendida, de que
El Puerto de Santa María posee un atractivo que no llega a explotarse por
completo. Hoy, Día Mundial del Turismo, podría reflexionarse sobre dos
aspectos, entre otros: el hecho de que, con quince kilómetros de costa y más de
3.200 horas de sol anuales, sólo haya un hotel a pie de playa (el Puertobahía,
en Valdelagrana), lo que probablemente nos conceda el récord nacional a la
menor densidad hotelera en primera línea, y la circunstancia de que numerosos
edificios históricos y artísticos (Basílica, Fundación Alberti, Palacio de
Purullena, Monasterio de la Victoria…) se encuentren, según los casos, con
problemas inherentes a la edad, con las puertas cerradas en las pituitarias del
viajero, o con ambos factores a la vez.
Turísticamente, El Puerto es una ciudad en la trastienda, que
oculta sus encantos. Los últimos años han deparado cierto exceso de confianza, una
sobrevaloración que invitaba a pensar que los visitantes llegarían de manera inercial,
sometidos a nuestros méritos meteorológicos y a nuestra idiosincrasia sin igual,
cuando lo obvio es que todo hay que ganarlo día a día y que otros enclaves se
esfuerzan en logros como mantener en perfecto estado de revista el mobiliario
urbano, desplegar precios razonables en su hostelería y programar conciertos musicales
que arrastran miles de seguidores y que aquí, nadie sabe por qué, dejaron de
organizarse.
Obtener ese potencial poniendo en valor tanto como está
pendiente de asomar a la luz es el verdadero objetivo, el auténtico eje
central, que han de plantearse el sector público y el privado y no perderse en
debates convenientes pero más secundarios como el del logotipo, tan del gusto
del frentismo hispánico.
El Día Mundial del Turismo que se conmemora hoy, que el
Ayuntamiento celebró ayer con la exquisita sensibilidad de dedicarlo al turismo
accesible, debiera ser una jornada de
reflexión para que los portuenses se planteen, incluso desde la óptica
individual, qué pueden hacer ellos por esta actividad, económica, desde luego,
pero también social, revestida de un innegable componente humano.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
27 de Septiembre de 2015
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