LA OSADÍA DE EMPRENDER
En un país como el nuestro, se diga lo que se diga, quiérase
o no reconocer, diseñado para que la salida laboral más ventajosa, en términos
generales, consista en hacerse empleado público (a ello se aplica gobierno tras
gobierno), aventurarse en un negocio propio es una actividad meritoria; en una
coyuntura económica como la actual resulta directamente heroico.
Una de las pruebas más irrefutables de la gravedad de la situación
financiera que padecemos se reveló en el momento en que el ejecutivo central
suprimió la extra de Navidad de 2012 a quienes cobran de las arcas de todos, en
cualquiera de sus ramificaciones; sí que debe andar esto mal, pensé, cuando el Sistema
adopta una medida inédita en la España de la Transición, por la que viene
penando desde entonces, con mayor flagelo conforme la urna se avista en el
horizonte, absorto en culminar el proceso
restitutorio de la sacrosanta paga (único modo de expiar el pecado
original), indiferente a facilitar las cosas a quienes arriesgan no sólo su
esfuerzo, sino también su patrimonio (total, si el gobierno es del PP piensa
que recibirá sus votos de todas formas y si es del PSOE que se les escapará buena
parte hagan lo que hagan. Además, el sector privado no se manifiesta y carece
de organizaciones beligerantes que lo defiendan).
El imaginario callejero tiende a asimilar el concepto de
empresario con la de magnate del IBEX 35, cuando la realidad es que hay
millones de personas que luchan cada día por salir adelante y que a duras penas
pagan los impuestos de una nación que recibe de ellos mucho más de lo que les
da y que acostumbra a agradecerles los servicios prestados maltratándolos en su
vida laboral y, no vaya a quedar un último aliento, en su ulterior pensión.
Estas reflexiones me hacía mientras contemplaba el miércoles
la entrega de premios a los galardonados en la primera edición de El Puerto
Emprende, en la que se alzó vencedora New Energy Solutions and Technology, por
delante de Intelsys y MCJ Cerveceros Portuenses. Les dieron un diploma (al
ganador, además, un ordenador portátil); bien hubieran podido distinguirlos con
un busto que inmortalizara a cada uno.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
7 de Diciembre de 2014
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