UN SALUDABLE EJERCICIO
Los actos organizados durante la semana en El Puerto de Santa
María y en tantas otras localidades del mundo con motivo de la celebración del
Día del Libro han servido para reivindicar la conveniencia del ejercicio de la
lectura, que viene a ser tanto como decir de la lectura con cierto grado de
atención mantenida, de sosiego intelectual, valores hoy acosados por factores
como la discutible utilización de las nuevas tecnologías.
La muerte de Gabriel García Márquez pocos días antes ha conferido
a la jornada de este año un aire especial, en el que el homenaje
individualizado al gran autor colombiano ha derivado en cierta sacralidad a su
imagen y, por extensión, a la propia figura del libro, terminando ambos en el
imaginario colectivo como similares efigies.
Se dice con frecuencia que las sociedades que acostumbran a
leer desarrollan con más facilidad un aconsejable pensamiento crítico, y no por
ser la tesis tan reiterada y obvia hay que dejar de expresarla. La costumbre de
la lectura no se ancla en nuestra sociedad con la firmeza con la que debiera
hacerlo y en esa falta reside una de las explicaciones a las deficiencias que
los sistemas de evaluación encuentran sistemáticamente en nuestro alumnado.
Quizá los planes de estudio pudieran ser algo más flexibles y
primar en la adolescencia la implantación del hábito lector sobre la fijación
de determinados textos literarios arduos en edades tempranas, pero hay que asumir
que el desciframiento de las páginas, o de las pantallas de ordenador, requiere
esfuerzos superiores a los de otras prácticas contemplativas o interactivas
que, en principio, aparentan proporcionar más satisfacción inmediata.
Leer es una forma de intentar conocerse mejor a uno mismo y
al entorno que lo rodea, de imbuirse en existencias de otro modo imposibles. En
la medida en que uno escoge aquello que tiene delante de los ojos, la lectura
se erige también como una manifestación más de la voluntad. El mayor éxito de
toda conmemoración sobre el libro será siempre el de conseguir atraer a su seno
a quienes un día renegaron de él o, lamentablemente, no tuvieron ocasión de
conocerlo.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
27 de Abril de 2014
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