CONTRA LA APOROFOBIA
Hace unos días, un mendigo llamado Julián Blázquez (los
mendigos existen, tienen nombre, de hecho, una de sus pocas posesiones, y hay
que referirlo, pues los nombres ayudan a visibilizar las personas) fue
encontrado muerto en la calle Diego Niño, en un lugar simbólico, distante pocos
metros del Ayuntamiento. La asociación Pro Derechos Humanos denunció la
tragedia con una concentración y el concejal de Bienestar Social, Ángel M.
González, ha señalado que desde el área se intentó atenderlo, que padecía
drogadicción y varias patologías, pero que es el Ministerio de Justicia el que debe
dar alternativas para que estos ciudadanos no lleguen a encontrarse en el limbo
jurídico que supone la prohibición de incapacitarlos.
Esta España mía esta España nuestra debe ser la zona del planeta
con mayor actividad normativa: constituciones, estatutos, leyes, ordenanzas,
protocolos, reglamentos, códigos, bandos, ordenanzas, clausulados o
disposiciones regulan hasta los más mínimos aspectos de la vida cotidiana, a
veces cayendo en el surrealismo (término intelectual que oculta los más populares
de chorrada o gilipollez), de modo que, proclamo, ya han tenido tiempo los
legisladores de actuar en este ámbito.
Resulta necesario, igualmente, que la sociedad no caiga en la
aporofobia, término con el que se define el rechazo al pobre, pues pocas
actitudes habrá más injustas y vergonzosas. Vivimos en un entorno donde la
inquietud por el nivel de stress del oso pardo ante el avance de los adosados o
las necesidades sexuales del lince ibérico aturdido por la proliferación de carreteras
ocupa más espacio en los medios de comunicación que la muerte de seres humanos
en las calles por carecer de un techo bajo el que cobijarse y otros elementos
básicos para la subsistencia.
Una comunidad no puede considerarse civilizada cuando en su
seno se producen iniquidades como estas. Es obligación de quienes nos
gobiernan, en todas las instituciones, cada una en su nivel de responsabilidad,
tomar las medidas adecuadas (políticas, tributarias, sociales…) para que no
ocurran estos dramas, que hacen que nuestro ámbito sea menos avanzado de lo que
acostumbramos a considerar.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Febrero de 2018
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