LA CUENTA ATRÁS


Alfonso Candón afronta en los próximos dieciséis meses el mayor reto de su vida política. El recientemente elegido alcalde dispone de menos de año y medio para conseguir que los portuenses vislumbren un cambio en la ciudad al menos suficiente (el escaso margen temporal tampoco debiera exigir resultados espectaculares) como para concederle un voto de confianza de cara a los próximos cuatro años que permita al PP mantener la alcaldía con cierta holgura y sin obligarse a pactos excesivamente forzados (un hipotético logro de la mayoría absoluta supondría un triunfo cuyo mérito personal, dadas las circunstancias, resultaría de todo punto incuestionable).

Cierto es que algunos factores juegan a su favor, como su generalizada buena imagen, su aceptación prácticamente unánime en una militancia que, observando a Moresco como un intruso, ansiaba a uno de los suyos, el bajo listón firmado por su antecesor y la tendencia sociológica del electorado, pero también es obvio que se enfrenta a la necesidad de dejar atrás en el imaginario colectivo un periodo convulso, marcado por una gestión de bajo tono, la dimisión de un edil de Urbanismo y el relevo de un alcalde cruzada ya la mitad del mandato, y que en 2015 se le perfila un contexto nacional más desfavorable que el que presagiaba en 2011 la caída del zapaterismo.

Presionado por el cronómetro, cada medida, cada presencia o ausencia, se reviste de un carácter significativo. El nuevo alcalde ha comenzado combinando su conocida cercanía y afabilidad con un gesto de firmeza: el hecho de que, recién designado, caliente aún el bastón de mando, firmara los decretos de atribución de delegaciones sin que los concejales presentes en la rúbrica conocieran las áreas que les tocaban en suerte no parece un dato menor.


Resulta indudable que su acceso al poder ha conllevado la suavización de un clima político y social absurdamente crispado por un Moresco sumido en su neurótica caza de brujas particular: desde entonces se ha abierto un periodo en el que a Candón le toca gestionar bien y saber transmitir a los votantes las bondades que pueda alcanzar su ejecutivo.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz 
2 de Febrero de 2014

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