MUDANZA MUNICIPAL


La mudanza progresiva del Ayuntamiento desde su ubicación tradicional de la Plaza del Polvorista hasta las más modernas y amplias dependencias de la Plaza Peral viene deparando algunas imágenes curiosas y singulares reflexiones. Ambos edificios se erigen ahora bajo el signo de la cohabitación, ese término con el que el periodismo enmarca las bicefalias partidistas y que nos obliga a suscribir que a fecha actual el equipo de gobierno es peraliano y la oposición polvoristoide.

El inmueble peraliano se desenvolvió en el práctico anonimato cuando, en sus dos primeras semanas de funcionamiento, acogió servicios tan inocentes como los de inspección fiscal (significativo que dicha tarea fuese la primera en menearse) o contabilidad, pero ha sido dar allí con sus huesos la alcaldía y hacerlo a la par el manifestódromo, como si las espaldas de Enrique Moresco sufrieran una peculiar maldición bíblica, siendo el Ayuntamiento él y sus manifestantes.

De hecho, las dependencias municipales se inauguraron por la vía celestial, con el agua bendita dispensada por el párroco de la Prioral, Diego Valle, y por la civil, que no vino solo por el descubrimiento de la fría placa a manos del primer edil, sino también por los ácidos cánticos de la coordinadora de viviendas municipales, cuya tenacidad topológico – crítica ha batido todos los récords polvoristoides.

Bien mirado, los componentes de las heterogéneas protestas no dejarán de formar parte de eso que pomposamente ha dado en llamarse “dinamización del centro” y sobre cuya conveniencia parecen confluir todos los agentes sociales.

La escena de los portavoces de gobierno y oposición, tras el pleno del martes, decidiendo la ubicación de los despachos de los partidos cual estudiantes que comparten los gastos de alquiler de un piso es otro de los cuadros dignos de pinacoteca.


Quede claro, en cualquier caso, mi fervor peraliano, enclave más próximo a mis lugares habituales de trabajo y que permite refrescar ojos y piernas tras 22 años de itinerario polvoristoide. 

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
24 de Noviembre de 2013

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