A veces el presente no permite otra solución que la de meter
la cabeza en el vientre de una ola y perder después la mirada en los senos del
horizonte, confiando en que la marea se torne, alguna vez, favorable.
Habitantes de un país sumido en una crisis institucional sin precedentes, que
no respeta estamento alguno y que siempre guarda obscenas sorpresas por
desvelar, muchos españoles se dirigen a las playas en un último acto de fe
laica: perdida la confianza en los representantes de la cosa pública, cada vez
más cosa y menos pública, resta encomendarse a que el sol muestre su acostumbrada
fiereza agosteña y las aguas se apiaden de los cuerpos que buscan asilo
político en las arenas.
Puede que la prima de riesgo o los datos del paro nos
reserven un postrer disgusto, una estadística esclava de empeoramiento sin fin
en la que las víctimas aparezcan como presuntos culpables, pero, por si acaso,
hay que conjurar las previsiones del Fondo Monetario Internacional, ese
acrónimo que aconseja reducciones salariales a todo el mundo menos a sí mismo,
hundiendo la navaja en la copiosidad roja de la sandía y elevando la cerveza a
la cúspide del gaznate.
Nuestra sicología gusta de hacerse dionisíaca en verano, esa
época del año que tendemos a revestir de frivolidad, en todas sus vertientes.
Pero la estación ya no es la que era cuando hasta el presidente del gobierno se
ve forzado a comparecer para explicar, o intentar explicar, lo que tendría que
haber explicado, o intentado explicar, por voluntad propia, sin presiones, ya
no es la que era cuando hasta su advenimiento coincide con la aprobación, solo
inicial, de los presupuestos municipales, un documento que en El Puerto de
Santa María adquiere validez cuando las hojas empiezan a presagiar las ocres sacudidas
del otoño.
Si será cierto que el verano no es lo que era que hasta,
lejana ya la anarquía automovilística de pasados años, ahora hay que pagar por
aparcar el vehículo cerca de las playas de Valdelagrana y Las Redes, una
práctica de la que únicamente parece felicitarse el cochecito anunciador del
nuevo impuesto.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Agosto de 2013
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