OTRA FERIA CONTRA LA CRISIS
La mayor parte de las personas que se acercan este año al
recinto ferial de Las Banderas lo hacen desafiando a la crisis, esa pesadilla
otrora coyuntural y ya parece que endémica, y se desplazan en un número menor a
los tiempos de la bonanza económica, una época más lejana en la memoria que en
el calendario y en la que el centro derecha nacional gozaba de un prestigio en
la gestión financiera que ha pasado a mejor vida.
La Feria aporta su versión particular de la situación que
atravesamos con las biznagas, recorte de la portada, con el paro en el servicio
de limpieza, que no fue recorte de la huelga por unos servicios mínimos que
resultaron máximos, y con el escrache en pleno alumbrado de quienes se oponen a
la ordenanza municipal de vivienda (por cierto, no estaría mal declarar la Feria como Tiempo
Libre de Protestas, ejercicio para el que se dispone del amplísimo resto del
año).
La delegación invitada, en este caso la riojana, se lo ha pasado
estupendamente, en la línea de todas las que lo han sido. Aquí llegan los
representantes del exterior sin mucho afán, como impelidos por la cortesía y
hasta por la solidaridad partidaria, pero al final la obligación es la de la
marcha, pues por su gusto se quedarían hasta los cohetes (si de mí dependiera
los ubicaría en la noche de la velada, justo después de la puesta de largo de
las luces, y no en la de la despedida).
Uno, personalmente, sigue echando en falta aquella avenida
principal en la que las casetas contaban con una decoración exterior propia, en
lugar de la globalización lonera (la lona es un recorte de la mampostería),
pero la feria adelantó lo que se
avecinaba, antes de que Ángela Merkel fuera conocida por las masas. Sí se han
conseguido, en cambio, otros avances, como el desplazamiento de la movida
juvenil a una zona alejada de la portada, lo que ha permitido desviar algunas
escenas (en ocasiones, más que alcohólicas, erótico festivas) a lugares más
discretos.
La Feria continúa siendo, en fin, un refugio contra estos años
de melancolía, un bastión que pretende seguir siendo lo que era, lo cual no es
poco cuando tantas cosas parecen cambiar inclinándose al desastre.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
28 de Abril de 2013
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