EL AGRADO DE BUSCAR

Decía Borges que hay que buscar por el agrado de buscar, no por el de encontrar. He recordado estos días la frase del escritor argentino reflexionando sobre la persona de Rafael Esteban Poullet, Faelo, un portuense que nos dejó para sumergirse en el reino de las auténticas luces.

Mi conversación más extensa con Faelo (hay personas cuya singularidad solo requiere de un nombre) tuvo lugar a principios del pasado año, con motivo del Tresantié de Plata que le concedía la asociación Razzia Artis. El colectivo me propuso presentar el acto y compartí un café en Milord con el polifacético artista. En aquella charla, Faelo me confirmó la imagen que de él ya presagiaba, la de una persona profundamente enamorada de la cultura, en todas sus vertientes, menos apegada a lo material de lo que suele ocurrir en estos tiempos, la de un sabio o humanista al que el azar quizá jugó la mala pasada de depositarlo lejano a aquella época clásica que tanto le inspirara.

Faelo me refirió entonces aspectos de su biografía, denotando un carácter en cuya descripción vienen coincidiendo quienes han hablado o escrito sobre él tras su fallecimiento. Inmerso en una eterna indagación existencial, Faelo no tenía ni tiempo ni ganas de imbuirse en esas trifulcas de vanidades, tan pomposas como ridículas, que suelen asaltar el mundo de los creadores, en el que las filias y fobias se despiertan y desvanecen por motivos absurdos tantas veces, casi siempre emanados de la simple egolatría.

A los columnistas, de cuando en cuando, nos asaltan los obituarios por el camino, y los escribimos, o nos escriben, entre la tristeza resignada y la sufrida rebeldía que nace de la impotencia.

Dolorosamente ahora, el poema de Faelo “Cremación”, del libro “El lecho pródigo” (EH Editores) adquiere su connotación más fúnebre: “¡Oh, mi hermoso lecho mortuorio! / ¡Cómo arde su rico maderamen! / ¡Cómo perfuma el aire su fuego enamorado! / ¡Morir, dormir, tal vez amar…!”

Te recordaremos desde la esperanza de un futuro gozoso para la mirada, especulando sobre si el reino de las auténticas luces habrá derrotado tu curiosidad perenne.


Francisco Lambea
Diario de Cádiz
10 de Junio de 2012

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