EL PUERTO Y EUROPA


Los portuenses viven la campaña electoral al Parlamento Europeo bajo la indolencia habitual que inspiran estas convocatorias, algo acrecentada por la idiosincrasia oriunda, más proclive a opinar en el tumulto dialéctico de las barras de los bares que ante el engañoso silencio de las urnas. Las calles apenas registran la presencia de algunas banderolas timoratas que despiden la impresión de no estar muy convencidas de sí mismas y ni siquiera parece que los carteles vayan a darse un festín en los amplios solares nacidos al desamparo del PECH. Sólo el andalucista Antonio Jesús Ruiz ha producido cierta agitación con sus críticas a la lista popular (incluyendo el calificativo de tonto para uno de sus integrantes, Alejo Vidal Cuadras) en una intervención en la que no tienen poco que ver las diferencias, últimamente aceleradas, con su socio de gobierno en la Plaza del Polvorista.
Nos encontramos ante una campaña de servicios mínimos, una cita que, paradójicamente, ocupando el amplísimo espectro europeo, termina por interpretarse en la clave más estrictamente local, no ya sólo por su hipotética proyección al Congreso de los Diputados, sino por las derivaciones que cada sigla realiza de sus papeletas por municipios, intentado así aprovechar la collada para conocer las tesis de sus administrados sobre el más pedestre día a día, considerando una fiabilidad presuntamente superior a la de las encuestas.
La inmensa mayoría de los europeos no acierta a ver otras ventajas en la Unión que la monetaria (nadie sabe si el euro mejora la estabilidad económica, pero, al menos, permite no volverse loco con los cambios, como una suerte de esperanto financiero) o la fronteril, de modo que le toleren a uno encaminarse a Eurodisney o a visitar al ligue de verano sin que le registren hasta el último rincón de los higadillos y lo cierto es que las formaciones políticas son las primeras en alimentar dicho escepticismo porque, con todos los respetos que me producen personas como Mayor Oreja, las candidaturas suelen estar integradas por quienes, sufrientes de los rigores del destino, no han conseguido en su país los objetivos soñados y gozan ahora de un privilegiado purgatorio.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
28 de Mayo de 2.009

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