NUEVA PERSPECTIVA


La inauguración de la pasarela peatonal sobre el río Guadalete es una de las pocas buenas noticias que hemos saboreado últimamente, en unos días que, en contra de la tónica nacional, también nos han dejado satisfacciones como la reapertura del Hotel Monasterio o la visita del Rey, empuje publicitario para una ciudad que ha ido despojándose de ese glamour monárquico tan turísticamente rentable.

La pasarela es ahora más estimada como una posibilidad de observar el río desde una nueva perspectiva, en la altura y mitad de su cauce, que como un modo de cruzar cómodamente de una a otra orilla, pero, con el tiempo, esta segunda utilidad se impondrá sobre la de la contemplación paisajística y la infraestructura se despojará de parte de su lirismo para consagrarse a la función diseñada por los ingenieros.

El alcalde, Enrique Moresco, lucía el martes una alegría poco común en él (no son muchas las placas con su nombre tras cinco años ya como primer edil), regocijo justificado, en mi opinión, pese a las críticas que tildan el puente de caro o prescindible, cuando no de maquinación para aumentar los ingresos en concepto de aparcamientos.

Muchas veces he venido a escribir que El Puerto es una ciudad con tendencia a la autodestrucción: se puede especular sobre si la cantidad destinada a la infraestructura se hubiese podido emplear en otro fin, al igual que se puede mantener el debate hasta el infinito y no emprender jamás acción de gobierno alguna.

Lo que sí me ha parecido un error es la organización de un concierto de pago como festejo por la nueva dotación. No me alineo entre los defensores del todo gratis, pero entiendo que lo que correspondía en este caso, al tratarse de un equipamiento público, era una convocatoria abierta a la participación general sin tener que someterse a una entrega eurística. Por alguna extraña razón, tan autóctona como consuetudinaria, y en contra de lo que se practica, con multitudinario éxito, en localidades cercanas, el Ayuntamiento peca de falta de generosidad a la hora de afrontar, siquiera en reseñadas ocasiones, iniciativas musicales que no impliquen el previo estipendio de la feligresía.

Francisco Lambea
Diario de Cádiz
19 de Agosto de 2012

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