ESTADO DE COLAPSO

Las obras del Plan E han condenado a una parte estratégica de la ciudad a una suerte de colapso circulatorio del que pueden desprenderse múltiples lecturas, no todas negativas. Uno de sus efectos más plausibles se fija, por ejemplo, en ese redescubrimiento que muchos portuenses, tomadas por las vallas invasoras la avenida Micaela Aramburu y la Plaza de España, han hecho de la calle Cruces, lo que ha permitido, por extensión, que el Barrio Alto, zona de la que sólo acostumbra a hablarse cuando asoma algún maná europeo que al final nunca llega, reivindique de nuevo su existencia.
Y es que el Plan E, esa pesadilla de todos los concejales de tráfico de lo que va quedando del Estado, se ha erigido en uno de los mejores acicates para conocer nuestro no siempre valorado patrimonio, contribuyendo a la dignidad de callejones y pasadizos habitualmente sepultados en el olvido bajo la ignominiosa denominación de vías secundarias.
Me solidarizo con los sofocones que de cuando en cuando debe llevarse el responsable del tránsito, Carlos Montero, a quien se le han sublevado hasta los taxistas, esa voz perpetua de la calle: pese a la que le está cayendo, consecuencia de soportar encima el heterogéneo conglomerado de socavones y new jerseys, me sigue pareciendo un edil esforzado y capaz, un hombre de convicciones al que encomiendan una delegación poco dada al lucimiento, una concejalía en la que el mayor éxito se limita al gris anonimato de pasar desapercibido. También está sufriendo lo suyo el titular de obras, Alfonso Candón, a quien le resta el consuelo de recibir loas de la oposición sobre sus capacidades de trabajo y diálogo, algo que el tripartito B (el A es el que gobierna, claro) efectúa no sé si por reconocimiento sincero o por encelar al alcalde, lo cual consigue (admito, también, la simultaneidad de ambas hipótesis).
Lo que conviene tener claro es el futuro peatonal o semipeatonal de lo que ahora se remodela, impidiendo que ocurra lo sucedido en Vicario hace unos años: cuando no resten calles destripadas nos comeremos el verdadero caramelo envenenado del Plan E.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
4 de Febrero de 2.010

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