FUSTEGUERAS

Dios hizo el mundo en seis días y Fustegueras lo reordenó en sólo uno.
Confieso que, más allá de algunas preguntas en esporádicas ruedas de prensa, no he llegado a entablar conversación con Manuel Ángel González Fustegueras, director de la empresa Territorio y Ciudad, redactora del Plan General de Ordenación Urbana a cuya aprobación provisional 2, salvo sorpresa mayúscula, dará su asentimiento el pleno extraordinario de hoy, pero no tengo inconveniente en reconocerle mi admiración. Que en un país tan encanallado como éste un profesional liberal, como dicen los epígrafes burocráticos, sea capaz de trabajar con el PP y con el PSOE (y hasta con independientes y comunistas irredentos que habrá por ahí) y además provocar en alcaldes y tenientes de alcalde de urbanismo de tan diversos pelajes esa suerte de trance místico, de posesión celestial, cada vez que toma la palabra supone un arte al alcance de muy escasos mortales.
Fustegueras, al frente de los planeamientos de Sevilla, Marbella, Chiclana, Los Barrios o Jerez, parece esconder, tras su estética colega, una persona cuya determinación se muestra capaz de planificar el interior de los agujeros negros de Hawking en dos trazos y seis meses menos de lo estipulado en el pliego de condiciones cósmico. Algo ha de tener este hombre, al que los PGOUs deben salirle por las orejas, para que cada vez que protagoniza una comparecencia te entren ganas de invitarle a tu casa y pedirle asesoramiento sobre la distribución de los tresillos.
Dicho urbanista (un urbanista es un arquitecto, pero en intelectual), Visitante Ilustre de la Ciudad de Montevideo, ha conseguido un grado identificatorio tal entre los planes generales y su persona que vamos camino del cambio de denominación, por lo que no será extraño que, en breve, en lugar del manido acrónimo se emplee su segundo apellido para referirse a estos documentos, en justa metaforización administrativa y estricta denominación de origen.
Poco después de la luz bíblica se hizo la iluminación de Fustegueras.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
29 de Octubre de 2009

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